Vacunación contra el Dengue: un panorama preocupante

Preocupa la falta de claridad sobre el delineamiento nacional en la campaña de vacunación contra el Dengue. Esta incertidumbre hace que las personas recurran a conocidos o referentes comunicacionales para tener mayores precisiones sobre si les corresponde o no ser vacunados.

Falta de información sobre la campaña, decisiones sanitarias supeditadas a criterios económicos, demoras en la implementación, escasez de vacunas, no priorización de los reinfectados, un gobierno nacional desdibujado que delega y una provincia que se subordina.

Una parte muy importante de toda estrategia epidemiológica es poder llevar tranquilidad a la población. La incertidumbre afecta cualquier planificación. Cuando cada uno por su lado tiene que ver cómo resuelve el tema, trabajar en el cuidado colectivo se vuelve muy difícil.

Además de las posiciones desiguales de los ciudadanos para cuidarse, en el caso de enfermedades epidémicas, lo colectivo es clave para lograr la efectividad.

La estrategia de vacunación desde el Ministerio de Salud de la Nación sólo incluye a grupos de 15 a 39 años, cuando la vacuna está aprobada para personas de 4 a 60 años. Sin ningún fundamento técnico, llega tarde y es escasa. Al consultar sólo nos encontramos con excusas y evasivas.

También se pasa por alto la gravedad de una segunda infección alertada en los planteos de la OMS y el Instituto Nacional de Enfermedades Virales (INEVH). Toda persona de entre 4 y 60 años que haya tenido la enfermedad, debe ser priorizada en la estrategia de vacunación.

El gobierno nacional delegó a las provincias las decisiones en cuanto a la compra de la vacuna, debilitando así la capacidad de negociación con laboratorios (lo que implica mayores costos) y subordinando una importante decisión sanitaria a una definición económica.

Nación envió solo 20 mil vacunas a Santa Fe lo que implica un cambio rotundo en las estrategias de vacunación, que deben ser nacionales, no por un capricho sino porque las enfermedades no reconocen límites geográficos entre provincias.

Ante la incertidumbre, las personas recurren a conocidos o a los medios para tener mayores precisiones sobre si se tienen que vacunar o no. Dar explicaciones e información precisa es clave para gestionar el cuidado colectivo, y esto es responsabilidad del Estado.

Como siempre decimos, la vacuna es solo una de las aristas de la complejidad que supone una enfermedad como el dengue; hay otras, como la fumigación, el descacharrado, la producción pública de repelente.

Y también dos dimensiones que muchas veces desde el sanitarismo se omiten: la pobreza estructural y la desigualdad social. Fenómenos que en nuestro país se agudizan cada vez más debido a decisiones políticas que nos llevan a escenarios cada vez más críticos donde el rol del estado se desdibuja, desapareciendo justamente de los lugares que tiene que ofrecer garantías.

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