La canción, incluida en el disco “Blood Sugar Sex Magik” (1991), está inspirada en un poema de Anthony Kiedis que habla sobre su lucha contra la adicción a las drogas y la soledad en Los Ángeles.
Kiedis solía visitar un puente para reunirse con traficantes de drogas, y la letra refleja esta época oscura de su vida, así como su conexión y desapego a la ciudad. El productor Rick Rubin encontró el poema y sugirió a Kiedis convertirlo en una canción para la banda, que con el tiempo se convirtió en un himno para la superación personal.
Kiedis se encontraba extremadamente reacio debido a que sentía que el poema era demasiado emocional y diferente al estilo de los Chili Peppers. Luego de cantársela al guitarrista John Frusciante y al bajista Flea, Kiedis recuerda que ellos «se levantaron, caminaron hacia sus instrumentos y comenzaron a buscar el ritmo y los acordes de guitarra que encajasen».
«Mi cerebro la interpretó como una canción realmente triste por lo que pensé que, si la letra era así de triste, debería escribir algunos acordes que fuesen más felices», contó Kiedis.
Anthony Kiedis y Hillel Slovak, guitarrista de la banda, generalmente vagaban por las calles de Los Ángeles y conseguían heroína bajo uno de los puentes del centro de la ciudad. Slovak era quien sufriría con más gravedad los efectos de su adicción, a tal punto que falleció por una sobredosis el 25 de junio de 1988, fue encontrado sin vida en su casa un par de días después.
El suceso dejó tan shockeados a todos en Red Hot Chili Peppers que Jack Irons tomó la decisión de dejar la banda. La partida de Slovak haría eco con tanta fuerza en Kiedis que él mismo decidió rehabilitarse tras ver el infierno vivido por su entrañable amigo.
Gail Bruno, madre de John Frusciante, participó en el coro junto a sus amigas.
