Será difícil para la política tradicional reconvertirse en algo creíble para la sociedad. El peronismo, el radicalismo y también el PRO lucen fracturados, segmentados y dispersos. Están tan mal que ni siquiera pueden capitalizar la anarquía de la Libertad Avanza. Que tiene a la confrontación como el catalizador político.
Ni Cristina Fernández de Kirchner ni Mauricio Macri pueden alinear a sus sectores. Los líderes que profundizan las divergencias por sus propias vanidades. Como dice el tango Cuesta Abajo: la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser.
En paralelo el radicalismo sigue perdido en su laberinto, más aún bajo la presidencia partidaria de Martín Lousteau, quien ha mostrado desde el 2005 a la fecha una enorme versatilidad para ser oficialista, opositor y todo lo contrario.
El haber estado tan alejados de la sociedad e ignorar sus necesidades y pareceres; a una gran parte de los políticos tradicionales no le permitió visualizar el hartazgo popular y nacional.
Y la vieja política tampoco pudo percibir que la autocrítica que ensayó no fue creíble en ese sector mayoritario de la sociedad.
Por eso la mayoría optó por una propuesta más disruptiva desde la forma y durísima por el contenido, atravesado por un feroz ajuste.
Es por ello también que pese a los padecimientos sociales tras el despliegue de las medidas económicas del gobierno, Javier Milei conserva el 50 por ciento del apoyo de la ciudadanía. Al menos así lo reflejan la mayoría de los sondeos.
En esta ocasión el refrán cambió: más vale bueno por conocer que malo conocido.
En este contexto, el desafío que se plantearon algunos legendarios operadores políticos con tradicionales asesores de campañas es la construcción del “amplio frente del medio a nivel nacional con los gobernadores como conductores, donde peronistas, radicales, socialistas, progresistas y también del PRO recuperen la credibilidad colectiva perdida”, se entusiasmó en contar un estrecho colaborador de un mandatario provincial.
Pero enseguida avisó: “Pero ojo con los nombres, hay que ser muy celoso en la elección de los representantes de ese frente, porque todo aquel que sea identificado con la vieja política será rechazado por la ciudadanía, porque si algo no quiere es más de lo mismo”.
“Si no lo logramos, tendremos Milei para rato. Y si no es Milei será otro parecido. Porque no hay dudas que un amplio sector de la ciudadanía no quiere más a lo que llaman la vieja política”, sentenció el influyente hombre de un gobernador que desde su oficina no ve tan lejos a la Casa Rosada.