Un domingo para quien quiera oír que oiga

Los rosarinos este domingo 29 de junio eligen concejales. Muchos ciudadanos dejaron atrás la confusión que tuvieron en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO), producto de que también lo convocaron a optar por constituyentes. Y para colmo con postulantes que se repetían en ambos convites. Esto, sumado al desinterés demostrado por la baja concurrencia a las urnas, generó más dudas que certezas sobre lo que sucederá en la contienda.

Se renuevan 13 de las 28 bancas. Y siete son las listas en competencia electoral.

Malas campañas

Las campañas fueron malas. Los “armadores estratégicos” no se sacaron ventajas porque tuvieron similares carencias de ingenio. Y contenido. Evidenciaron también gruesos errores de comunicación. Se preocuparon por disimular las limitaciones de los candidatos y no en potenciar las cualidades.

Recién en los últimos días le pusieron picante a los dichos. Pero fue todo tan anodino que asomó como un recurso más urgente que importante.

Los sondeos son relativizados por propios y extraños. En lo que sí coinciden es en desear que vaya más gente a sufragar. Aunque paradójicamente algunos consultores pronostican que aquellos que no fueron en las PASO y sí lo hagan el domingo será para “votar en contra de”. Y así tratar de evitar que termine primero lo que no quieren.

A diferencia de las Primarias, ahora no hay posibilidad de confusión.

Ellos, él y los otros

El Partido Justicialista lleva como candidato a Juan Monteverde, un dirigente no peronista de Ciudad Futura.

Los históricos dirigentes santafesinos del PJ apelaron al aparato con su pragmatismo para rodear al referente, que está más cerca del Movimiento Evita y de Juan Grabois que de la mesa de los viejos muchachos peronistas.

No es casualidad que Monteverde haya hecho equilibrio entre las contradicciones que presentan las vertientes que confluyen, a las que se sumaron a último momento algunos dirigentes del Frente Amplio por la Soberanía. “Difícil de entender”, dijo un integrante de esa fuerza política.

Mientras tanto, el aparato del PJ busca por diversos caminos minimizar el daño colateral que le pueden causar las candidaturas de Roberto Sukerman y Lisandro Cavatorta, ya que el primero trata de fidelizar “el voto peronista auténtico” como pregona el propio postulante, mientras que el periodista va por aquellos justicialistas e independientes que quieren una renovación.

El jefe, la jefa y el pibe

Por su parte, La Libertad Avanza busca nacionalizar la elección de concejales de Rosario con su candidato outsider Juan Pedro Aleart. Para ello lo pasearon por los medios porteños antes de las PASO, y ahora fortalecieron esa estrategia con las visitas a la ciudad de Karina Milei y Patricia Bullrich.

Está claro que el objetivo de fortalecerse como partido en Santa Fe y en Rosario hasta ahora no lo lograron, menos aún cuando sus representantes Romina Diez y Nicolás Mayoraz lejos están de ser líderes de esta construcción.

En el recorrido hacia el Concejo no fueron pocos los errores no forzados de Aleart cuando su discurso giró en torno a la ciudad, razón por la cual la inflación, la economía y la casta política se convirtió en el abc de sus declaraciones.

En paralelo, el radical Eugenio Malaponte tratará de abrevar en el electorado libertario para intentar alcanzar una banca en representación, esta vez, del sector que lidera Amalia Granata.

Ella y sus custodios

Unidos también tiene su propio desafío. El primero es recuperarse del resultado de las primarias, que no fue el esperado. Es por eso que mientras los libertarios buscan nacionalizar, el gobernador Maximiliano Pullaro y el intendente Pablo Javkin rodearon a la candidata Carolina Labayru tratando de provincializar la campaña.

Para ello buscan persuadir al electorado remarcando lo local como única alternativa frente a la grieta de Kirchnerismo versus Mileísmo.

Es evidente que Labayru comenzó este viaje al Concejo con la desventaja de no ser tan conocida, como sí lo son Monteverde y Aleart, quien tuvo gran visibilización por conducir un noticiero, además de trascender aún más tras revelar un aspecto de su vida privada.

Labayru es más funcionaria que política. “Yo no soy política”, aseguró en varias entrevistas. Y es por ello que el nivel de conocimiento está más vinculado a su labor como secretaria de Control y Convivencia antes, y ahora como responsable de la Secretaría de Cercanía y Gestión Ciudadana.

La campaña del oficialismo tampoco escapó a las críticas, ya que según dos especialistas “no mostraron debidamente la eficacia de la candidata como funcionaria”. Una falencia cuando el eje de lo que intentan mostrar como fortaleza son las gestiones.

Habrá que esperar el resultado para conocer las repercusiones dentro de Unidos, porque algunos tienen talonarios de facturas para hacer.

Y la última pasajera que tratará de acceder al Concejo es Carla Deiana, quien buscará dar un batacazo para que el Frente de Izquierda Unidad tenga por primera vez un representante.

Nosotros y ellos

No obstante, mientras los rosarinos definen si el domingo van a votar y a quienes, seguro que los distintos sectores políticos comenzarán a proyectar candidaturas al 2027, omitiendo que hay un cambio sustancial en la sociedad.

Porque lo que antes era relativo, hoy en política es efímero. Más aún en un mundo y en un país donde todo se convirtió en imprevisible.

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