El nivel de representación política es cada vez menor. La sociedad se fue alejando de la responsabilidad de elegir porque la falta de soluciones a sus necesidades básicas nunca llegaron. El escepticismo fue creciendo de manera proporcional a la pérdida de credibilidad en los políticos. Sean casta o no.
Porque aunque el oficialismo nacional festeje un triunfo en CABA, el 30 por ciento de la mitad del padrón que votó es una cifra que evidencia relativo respaldo. Ni hablar del resto de las fuerzas.
Es más, La Libertad Avanza tendría que tomar debida nota de este dato que comienza a ser el común denominador de las elecciones. La concurrencia a las urnas es cada vez menor. Y muchos de aquellos que asisten lo hacen para castigar, no para apoyar.
En este contexto, el gobierno de Javier Milei está bajo evaluación de esa parte del colectivo social que espera alguna señal de mejoría económica, porque mientras le cuentan los beneficios de la macroeconomía, en la realidad de entrecasa abundan las dificultades. Y si esas complicaciones económicas no se alivian, el partido gobernante también recibirá el merecido abandono de los ciudadanos, tal como lo hicieron con el PRO y el Kirchnerismo.
Por todo esto la política argentina se conjuga en un tiempo indeterminado, porque el acompañamiento es cada vez más corto. Efímero. Porque el hartazgo y el pragmatismo definen a penales el destino colectivo. Y allí los políticos referentes no atajan uno.
About The Author
También te puede interesar
-
Javkin: “Lo que pasa en Buenos Aires con los narcos lo dijimos siempre, pero usaban a Rosario para taparlo”
-
El Ogro tira de la cuerda floja en plena batalla electoral en Newell’s
-
Falistocco: “Las mejoras del servicio judicial pasan por los sistemas procesales”
-
El silencio de Fabbiani refleja la crisis que protagoniza Newell’s
-
Newell’s no sale de la crisis y a Fabbiani lo sostiene la Copa Argentina