Sin plan ni obras, habrá muchas Bahía Blanca

La tragedia en Bahía Blanca interpela a toda la dirigencia política y gobernante del país. La de antes y la de ahora. Con viejos y nuevos exponentes. Porque los poderes siempre se ocuparon de las consecuencias, y en raras excepciones se preocuparon por las causas. Entonces hoy se refugian en un reduccionismo al afirmar que la caída de 290 milímetros en 12 horas fue el problema. Y hasta avisan que de repetirse haría colapsar a cualquier ciudad. Abriendo un paraguas que poco servirá porque se sabe que hay otras causas de fondo: la ausencia de planificación urbana y de las obras de infraestructura.

En los últimos días se reivindicó un informe del Conicet de 2012 sobre la hidrografía de Bahía Blanca, construida en la cuenca inferior de la canal Maldonado y del arroyo Napostá. Ya se advertía de las dificultades para la ciudad sobre el escurrimiento de agua como así de la impermeabilización de los suelos por la urbanización desordenada.

Cuando no hay plan estratégico en el desarrollo de los centros urbanos y no se hacen las obras públicas y privadas, las consecuencias se emparentan con los desastres.

Rosario y la capital santafesina saben de esto, por eso debieron trabajar en consecuencia para evitar la reiteración de inundaciones.

Pero también hay ciudades aledañas que en nombre del crecimiento autorizan desarrollos urbanos sin siquiera evaluar las condiciones del suelo, habiendo casos hoy donde hasta ni siquiera esperaron los informes oficiales de asuntos hídricos.

No solo el agua socava los cimientos, también lo hace la prepotencia del dinero y la conveniencia política.

Hoy es Bahía Blanca y mañana será otra ciudad. No es nuevo este desastre. Tal vez sea más común porque los fenómenos climáticos se repetirán inexorablemente por aquello del calentamiento global, y que con supina ignorancia algunos niegan o relativizan.

Aunque otros con mayor hipocresía usaron el tema con demagogia pero durante sus gobiernos poco hicieron.

Igual caso con la obra pública. Mientras hoy la ignoran por una inconcebible cuestión de ahorro, antes la utilizaban por el repudiable hecho de robar. Y lo cierto es que hoy no se hacen y ayer no se terminaron. En cualquier caso, la consecuencia la paga la sociedad con desolación y muerte.

Bahía Blanca no es un caso aislado. Porque cualquier ciudad mañana puede ser Bahía Blanca. Y no porque llueva mucho. Sino porque la imprevisión y la improvisación forman parte de una cultura que sólo se ocupa de la gente cuando la tapó el agua.

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