Durante la década que transcurrió entre 2010 y 2020 advertíamos diálogos frecuentes y encendidos entre dirigentes europeos de diversos sectores económicos y sociales. Todos se identificaban con un pensamiento de centro derecha moderada, espacio dentro del cual trataban de imaginar cuál sería el futuro mediato de Europa y una parte muy importante del resto de los países del mundo.
Uno de los temas que más llamaba la atención, de acuerdo a la visión europea de ese momento, era la previsión de que llegaríamos en breve a una etapa que ellos denominaban “Post Populismo” y que tenía relación con temas como: El desarrollo de nuevas tecnologías; La involución de la economía a nivel mundial; El decrecimiento del estado de bienestar imperante entre 1945 y 1990; La inevitable destrucción de las monedas y tantas otras inquietudes inquietantes. Y claro está, Argentina siempre fue el mal ejemplo por excesos de populismo que estaba en el centro de las discusiones.
Sin darnos cuenta, al finalizar la década citada fuimos sorprendidos por la aparición del COVID-19 que alteró de manera univoca todo aquello que tuviese que ver con un escenario de “Post Populismo”. La asistencia social fue incontrolable; La emisión monetaria se multiplicó en todo el mundo; El posicionamiento demagógico de unos y otros gobernantes, representantes de distintos extremos ideológicos fue exacerbado y la perdida de libertades resultó innegable. Esa realidad obligó a pensar que el populismo estaba más vivo que nunca.
A mediados de 2023 el mundo comenzó a observar que aparecían distintos fenómenos mundiales y fue necesario repensar diversas cuestiones que tienen que ver con un inevitable cambio a todo nivel.
El jueves santo de hace 8 años, en 2017, el Papa Francisco sostuvo durante un reportaje que le hicieron en uno de los más importante medios de comunicación italiano, “oggi(…) siamo alle prese con una terribile guerra mondiale alle prese), traducido al español significa “hoy nos enfrentamos a una terrible guerra mundial que se libra a pedazos”. En este anticipo del santo padre estaba implícita la idea de que una nueva guerra mundial, que el remarcaba preguntándose “que le pasa a la humanidad o a los señores de la guerra, “que nos están llevando a una tercera guerra mundial en sólo 100 años de historia?”, no deberíamos esperar escenarios devastadores, ni tampoco la desaparición del mundo tal como lo anticipaban las premoniciones y profecías que leímos y escuchamos durante el último siglo, sino que esta guerra tendría otro carácter y mostraría otra fisonomía.
Las realidades locales que se experimentaron inmediatamente después de la pandemia, (coincidencia o causalidad?). Ej.: Una guerra entre países de Eurasia y Europa entre Rusia y Ucrania. Otra guerra en medio oriente entre Israel y milicianos palestinos; Yihad Islámica Palestina; Hamas; Hezbolá; FPLP; FDLP. Guerras cruentas y golpes de estado en el centro de África. Más las distintas hipótesis de conflicto que hay en Asia Oriental con Taiwán como botín de guerra entre EE. UU y China. India y Paquistán por Cachemira, etc…) y la aparición de discursos decididamente en contra del populismo que conocimos durante el siglo XX y lo que va del siglo XXI, nos obliga a pensar que estamos ingresando a un período en el que habrá cambios muy profundos.
Uno de los primeros síntomas que estamos obligados a observar es que ya se inició en occidente un proceso de introspección y toma de decisiones para fortalecer las estructuras de defensa; la reducción de organismos centralizados y tal vez, la desaparición de instituciones supra nacionales, obsoletas, que hasta hoy eran inobjetables, Ej.: (UN – Naciones Unidas, OMS – Organización Mundial para la Salud, USAID – Agencia de los EE. UU. Para el desarrollo internacional, etc…). El desafío parece ser que hay que pensar localmente para fortalecerse internamente y a través de diversas estrategias, crecer globalmente. La estrategia de EE. UU. Iniciando una guerra comercial en contra de sus competidores a partir de la implementación de aranceles parece ser sólo la movida inicial que, si tiene éxito, evitará que los contendientes que hasta hoy son competidores, se conviertan en enemigos beligerantes y reitero, no me refiero a un ataque con bombas, sino a la utilización de herramientas de tecnología moderna aplicada, que afecte directamente a las monedas y por tanto a la economía mundial. Estaremos preparados para un cambio tan radical ?. Estoy convencido de que los ciudadanos del mundo no lo estamos, como también lo estoy con respecto a que los señores de la guerra sí lo están y saben hacia donde estamos yendo. Sólo como ejemplo, el gran apagón que sufrieron países europeos como España, Portugal, Francia e Italia, será sólo un incidente aislado o la causalidad puede sustentar la idea de que puede tratarse de un ejercicio para medir cuál es la reacción de las personas ante un apagón mundial de la economía que puede durar varios meses?. Tenemos registro de la marcada sugerencia que hizo hace más de un año Gran Bretaña y hace pocos días replicó toda la Unión Europea, precisamente en la semana del 24 al 28 de Marzo de 2025, alentando a todos sus ciudadanos a acumular provisiones básicas para poder resistir durante al menos 72 horas sin asistencia externa en caso de una emergencia, como una crisis climática, un ataque cibernético o incluso una guerra?. Y si nos animamos a pensarlo en profundidad…?
Ante cualquier escenario, Argentina continuará teniendo enormes posibilidades de cambiar y emerger como el gran país que siempre fue, a pesar de la baja calidad dirigencial que padece desde hace décadas. Recordemos que este país no es un proveedor de bienes de consumo masivo, sino que básicamente es proveedor de alimentos. Cualquier disputa mayor, lo tendrá como un proveedor esencial. Ahora bien, como esta categoría no alcanza “per se” para pensar en una gran nación que se convierta en proveedora de bienes industriales, patentes, tecnología y recursos naturales, el paso inmediato que deberíamos iniciar es el de construir un espíritu nacional fuerte, un criterio de identidad propio y retomar la idea de un nacionalismo de centro que nos ubique en un lugar interesante en cualquier mesa de negociaciones. Es decir, deberíamos comenzar a pensar y construirnos hacia adentro, pensar en términos de “nación” y no solo de país, de República y Republicanismo sin imitar las tendencias de moda que haya en el mundo y concentrémonos en modernizar nuestra economía y en fortalecer nuestra sociedad.
Sé que este será un trabajo de largo plazo, pero alguien debe señalarlo como un punto de partida necesario e inevitable. Los invito a pensarlo profundamente. Cómo hacerlo, ese es el segundo tema de la idea, pero quedará para nuestro próximo encuentro. Hasta la próxima.