El periodismo está en una profunda crisis. Los medios de comunicación se han convertido en unidades de negocios múltiples, donde la información no es lo importante, sino lo que se hace con ella. Así la verdad como descripción del hecho fue reemplazada por la interpretación interesada de la noticia. En este formato los sicarios de la opinión fueron vaciando de valores a una profesión que resiste en espacios estructurales más pequeños de libre expresión, en los que aún se privilegia la veracidad para forjar credibilidad. Dos condiciones que no cotizan en bolsa pero que tienen una alta rentabilidad ética y social.
En este contexto, las empresas periodísticas se reestructuran en función de otros intereses, y en esa dirección bajan costos prescindiendo de profesionales.
Por lógica consecuencia los contenidos pierden calidad y la articulación de sujeto, verbo y predicado en una misma oración se convierte en un lujo literario.
Como fuentes de información las personas son reemplazadas por las redes sociales y algunos de los “nuevos comunicadores” cometen errores de ortografía hasta cuando hablan.
La calidad del producto poco importa para la búsqueda mercantilista de la pauta y de los negocios que los gobiernos pueden concesionar, y el círculo rojo de la política todavía cree que un título y una imagen convence al ciudadano, quien sin embargo cada vez duda más de lo que esas grandes marcas de comunicación le cuentan.
Así las condiciones laborales en el periodismo se deterioraron de tal manera que la política se convirtió en una salida para varios periodistas y conductores. Porque a falta de buenos salarios el medio de comunicación les dio visibilidad.
Y la visibilidad es importante a la hora de imponer candidatos. Para los estrategas de las campañas no importan tanto las capacidades políticas como sí que sea conocido. Más allá de que la oratoria es un valor agregado en todo aquel que haya trabajado en radio o televisión.
Por eso ya no sorprende este derrame periodístico en la política, lo que sí amerita analizar es si la transferencia le permitió a la política dar un salto de calidad.
A la luz de los hechos, salvo honrosas excepciones, la ecuación arroja un saldo negativo. Aunque en la actualidad varios referentes mediáticos tengan todavía un caudal de votos. Y otros tantos asomen como nuevos postulantes para las próximas elecciones.
Porque el fenómeno de esta migración sigue vigente, y a esta altura ya no se sabe cuál crisis es más profunda, si la del periodismo o la de la política. Tal vez ambas. Seguramente ambas.