Es importante saber que durante el primer año de vida el crecimiento es muy rápido. Los niños triplican el peso del nacimiento al año y lo cuadruplican a los 2 años. A partir de ésta edad, la velocidad de crecimiento es más lenta, disminuyendo consecuentemente sus necesidades, por lo que es normal que tengan etapas en donde coman pocas cantidades y de forma irregular.
Además, a esta edad adquieren mayor autonomía y están sumamente interesados en descubrir el mundo que los rodea, perdiendo interés en permanecer en la mesa sentados para comer.
El rechazo o resistencia a incorporar nuevos alimentos o algunos ya incorporados se llama NEOFOBIA. Es un comportamiento absolutamente normal, si bien suele alertar a la familia.
La primera recomendación es CONFIAR EN LA SACIEDAD de los niños. Si no quiere comer más, es porque no tiene más hambre. Es parte de su autorregulación. Hay momentos en los que tienen más apetito y otros, menos. Respetar estos tiempos, es importante.
Todas las guías actualizadas recomiendan NO OBLIGAR A COMER. Es importante no forzarlos a comer, ya que esto genera un clima poco amable, y las comidas dejan de ser un momento de encuentro, aprendizaje y juego, para convertirse en una situación de enojo, angustia y presión. Esto puede generar que el niño rechace el alimento por relacionarlo con una situación poco amigable.
La indicación es presentarles comidas variadas, con alto valor nutricional y respetarlos. Los niños están formando sus papilas gustativas y pueden necesitar muchas exposiciones frente a un alimento para aceptarlo. Esto significa que ante un rechazo no debemos dejar de ofrecérselo, sino dejar que pasen unos días, y ofrecerlo nuevamente junto a otro alimento que ya acepte, con nuevas formas de elaboración y otra presentación.
Lo ideal es COMER EN FAMILIA Y DAR EL EJEMPLO. Los niños imitan lo que ven. Si los adultos comemos variado y saludable, de a poco se incorporarán a nuestra alimentación.
Darles solo la comida que “le gusta” es limitarles las posibilidades. La apetencia por determinadas comidas pueden variar y pueden dejar de comer transitoriamente ciertos alimentos que antes comían.
Es importante consultar a un profesional si esto persiste en el tiempo para evaluar la posibilidad de un trastorno sensorial (ej: niño que tiene arcadas al ver el plato, que no puede tocar un alimento, etc).
Te dejamos unos tips para una mejor alimentación de tus niños:
- Incorporar de a un alimento nuevo por vez, por comida. No mezclar alimentos nuevos para el niño en la misma comida ya que puede favorecer el rechazo y la negatividad a comer.
- Para favorecer la aceptación de un nuevo vegetal en la alimentación se recomienda incorporarlo con un alimento ya conocido y aceptado por el niño. El alimento nuevo tiene mejor aceptación cuando lo incluimos en preparaciones con alimentos conocidos y que al niño le gusten. Por ejemplo: bombas de papa con el centro de espinaca o brócolis con queso; croquetas de arroz con espinaca o acelga. La cantidad de el alimento nuevo va a ir de menos a más: en un principio incluir 80 % del alimento ya conocido y un 20 % del alimento nuevo, y se va agregando cada vez en mayor cantidad hasta que se logre invertir ese porcentaje. Esta práctica ayuda a que el paladar reconozca ese alimento y genere menos aversión y por otro lado, a que el niño logre aceptarlo a la vista sin rechazar la preparación.
- Se sugiere que el alimento que se quiere incorporar se presente de alguna forma ya conocida y aceptada por el niño: milanesas (de zucchini y berenjenas) bastoncitos de vegetales rebozados.
Les comparto el diagrama de Julio Basulto “Mi hijo no come”.

Acompañemos con información, respeto y amor!
Gracias Lic. Paula Tomatis, nutricionista especializada en niñez, que nos aportó información al respecto.