Más de una veintena de intendentes, el ministro bonaerense de Infraestructura, Gabriel Katopodis; y la mismísima vicegobernadora Verónica Magario serán candidatos testimoniales en las próximas elecciones legislativas de Buenos Aires, a realizarse el 7 de septiembre.
¿Qué son las candidaturas testimoniales? Aquellos que se presentan en los comicios para luego no asumir si son elegidos, dejando sus lugares a quienes integran la lista en orden descendente debajo de sus nombres. Y por ahí irrumpen personajes que después nadie comprende cómo llegaron a ser legisladores.
En conclusión: un engaño.
Si bien es un recurso que el peronismo se dispone a utilizar en forma muy marcada, también otras fuerzas harán uso de este método. Es decir que no hay diferencias de castas cuando a trampas se refiere.
Existen sobrados antecedentes de candidaturas testimoniales a lo largo y ancho del país, en los últimos años habían dejado de ser una práctica electoral recurrente.
Alguna vez un legendario armador político santafesino dijo: “Podrá no ser ético, pero es legal”. Certificando que la ética no es una buena compañera de los intereses corporativos de la política.
Es evidente que a gran parte de la dirigencia política no le interesa incorporar el mensaje contundente que la sociedad le dio en los últimos comicios con su alto nivel de ausentismo.
Es lamentable que los sectores continúen con prácticas que dinamitaron la credibilidad en la política como herramienta de transformación social.
Es inconcebible que la casta no renuncie a estos métodos tramposos para seguir enganchados de los cargos sin siquiera rendir cuentas, al menos para justificar la búsqueda de esa inmoral pretensión de permanencia.
Que intendentes, ministros y hasta una vicegobernadora encabecen las listas a cargos legislativos para traccionar a los postulantes que vienen detrás es una estrategia burda. Que solo suma descrédito a la política.
Por eso cuando hablan de autocrítica, de corregir, de incorporar el mensaje de la gente, de resolver los problemas de la sociedad para volver a ser creíbles, son sólo testimonios de ocasión. Como las candidaturas testimoniales.
El alto riesgo de estas prácticas es el deterioro que le infringen a la democracia, al que un sector social ya no lo valora como un sistema imprescindible para satisfacer sus necesidades básicas.
Porque la comunidad siente que la están golpeando todo el tiempo. Lo que es cierto. Tan cierto como que nos siguen pegando abajo.