Newell’s, entre la crisis, portazos y el descontento

El presente de Newell’s es imperfecto. Atraviesa un profundo período de inestabilidad que pone en jaque el futuro institucional y deportivo. La reciente renuncia de Ariel Michaloutsos, quien asumió la dirección deportiva hace apenas ocho meses, ratificó que el club sigue envuelto en un clima de tensión interno. Esta crisis no hace más que exponer lo degradada que está la comisión directiva que preside Ignacio Astore. El máximo directivo leproso ya perdió a uno de sus laderos tras la vuelta de Miami (Pablo Allegri) y la magra campaña en cancha generó un desconcierto y quiebre con el cuerpo técnico que tiene como líder a Sebastián Méndez. A este combo hay que sumarle la compleja relación con la hinchada, donde el propio doctor declaró ante la justicia cómo respondía desde lo material hacia este grupo radicalizado.

La salida del Griego

El paso de Ariel Michaloutsos, después de haber estado vinculado al club durante cinco años en diversas funciones, en la dirección deportiva será recordado como un retroceso y un rol improductivo.

El Griego había asumido recién en diciembre pasado. Su gestión comenzó con expectativas No obstante, rápidamente se vio empañada por una serie de decisiones que generaron un clima de descontento de adentro hacia afuera.

Newell’s invirtió cerca de nueve millones de dólares en refuerzos que, hasta el momento, no muestran el impacto esperado en el rendimiento del equipo. El ahora exmánager es el responsable de las incorporaciones de jugadores como Juan Ignacio Ramírez, Fernando Cardozo y Saúl Salcedo, entre otros.

Sin embargo, la falta de resultados como perder clásicos seguidos y haber quedado eliminado de la Copa Argentina a mano de Central Córdoba de Santiago del Estero elevaron el nivel de cuestionamientos sobre la calidad de estas contrataciones y el enfoque estratégico del club. También es verdad que no había una apuesta a las inferiores como se presagiaba.

La renuncia de Michaloutsos se erige como un símbolo de la desazón que invade a la institución por estos días, marcada además por una campaña deficiente y la presión de los hinchas que esperaban más.

Claro que en medio de esta tormenta, Sebastián Méndez se encuentra en una posición extremadamente precaria. La posibilidad de su despido se discute en los pasillos del club, y la falta de resultados lo deja pendiendo de un hilo.

Su elección fue impulsada por Michaloutsos, pero a medida que la situación se agrava, el respaldo parece estar evaporándose. A diferencia de sus predecesores, Méndez no logró infundir una nueva energía al plantel ni conectar con una parcialidad que anhela volver a ver a su equipo en lo más alto.

Aunque la situación del entrenador es crítica, la falta de una visión clara desde la presidencia de Ignacio Astore añade un nivel adicional de complejidad al entorno. Las decisiones tomadas en el corto plazo no solo afectan al presente, sino que pueden tener un impacto duradero en el futuro de la institución.

Por lo tanto, la crisis institucional y la relación con la barra brava dejan a Ignacio Astore contra las cuerdas. Su estilo de liderazgo, calificado por algunos como autoritario, generó divisiones internas que degradan la salud de Newell’s.

Aunque la resultante es clara y contundente. Newell’s está mal. Muy mal. La combinación de decisiones administrativas cuestionables, una relación desgastada puertas hacia adentro y el fracaso en el ámbito deportivo catapultó al club a un punto crítico. La renuncia de Ariel Michaloutsos y la inestabilidad de Sebastián Méndez son solo la punta del iceberg en un mar de problemáticas que, si no se abordan con la seriedad que requieren, podrían tener consecuencias devastadoras para el club, y especial para la comisión directiva

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