La igualdad de género en la política sigue siendo para muchos un tema alejado de las necesidades reales de la gente, algo que poco tiene que ver con la recuperación económica o con los desafíos diarios de una ciudad. ¿Igualdad de género en la política? Claro, pero va mucho más allá de un derecho: es una herramienta para mejorar nuestras vidas y construir comunidades más fuertes y seguras.
En un mundo donde algunos cuestionan la igualdad o la ven como una “ideología” de unos pocos, hay que dejar algo muy claro: no se trata de excluir a nadie, sino de sumar para ganar como comunidad. Cuando las mujeres piden espacio y voz en la política, no buscan reemplazar a los hombres; buscan equilibrar la cancha, aportar soluciones desde una perspectiva más amplia. Es como tener un equipo completo: solo con todas las miradas es posible construir ciudades con servicios e infraestructuras accesibles, que respondan a las necesidades y brinden mejores oportunidades.
Experiencias de todo el mundo muestran que mujeres y hombres, a partir de sus distintos roles sociales y experiencias de vida, ven los problemas de manera distinta. Esto no es competencia. Mientras a todos nos preocupan la economía o la seguridad, las mujeres aportan enfoques y preocupaciones que quizás a otros no se les ocurren. Por eso, cuando la política incluye y no separa, es más probable encontrar soluciones efectivas que mejoran la vida cotidiana y ayudan a resolver problemas críticos.
Repasemos algunos ejemplos. Medellín, Colombia, que en el pasado simbolizaba la violencia, se transformó en una ciudad mucho más segura y cultural gracias a iniciativas como el Programa de Cultura Ciudadana. De la mano del gobierno local, mujeres de barrios con grandes necesidades trabajaron por la paz y por la educación, revitalizando espacios públicos como parques y bibliotecas, y creando oportunidades para los niños. Esto ayudó a generar más comunidad y reducir la violencia.
Otro caso es la Ciudad de México. En un contexto donde el transporte público era peligroso para mujeres y jóvenes, surgieron iniciativas lideradas por mujeres que impulsaron programas para denunciar el acoso y mejorar la seguridad en buses y metros. El resultado fue un transporte más seguro y un debate más amplio sobre la infraestructura y la seguridad en las ciudades.
En Villa El Salvador, Perú, grupos de mujeres lideraron los Comités de Autodefensa Vecinal, organizando desde mejoras en la iluminación de las calles hasta el apoyo al patrullaje policial. Estas acciones no solo redujeron el crimen; demostraron cómo el liderazgo de mujeres puede hacer más seguros los barrios.
Estos ejemplos son prueba de que la participación de las mujeres en política no es solo un número en las estadísticas, sino un aporte valioso. Más mujeres traen una mirada más profunda y compleja en áreas que van desde la seguridad urbana hasta la tributación, y los resultados son palpables en la calidad de vida y la reducción de riesgos. Estas acciones muestran que las mujeres pueden aportar visiones, acciones y estrategias que sumen para toda la comunidad.
A los jóvenes hoy se les habla de igualdad como si fuera “la agenda de un sector”, sin mostrarles que este cambio también es para ellos. Como en otros espacios, la igualdad en la política no deja a nadie fuera; suma perspectivas para lograr que ciudades y barrios sean lugares donde todos podamos vivir mejor. Con más mujeres en la política, podremos lograr ciudades más balanceadas, con mejores oportunidades de educación, trabajo y desarrollo.
En tiempos difíciles, todas las voces y esfuerzos son necesarios para superar problemas estructurales. Excluir nunca es una buena idea. No podemos darnos el lujo de desconocer las brechas y desigualdades en los ingresos, o en el mercado laboral, ni renunciar a la posibilidad de perseguir un modelo de desarrollo que responda a las necesidades de todas las personas, sin importar el género o la edad. Por eso resulta fundamental que, en tiempos tan críticos, sumemos esfuerzos para unir en la diferencia y que aceptemos que nadie puede quedar fuera de la cosa pública. De ahí que se trate de favorecer la participación de todas las personas.