Un año de gobierno y Javier Milei sigue sin poder ser decodificado por la mayoría de la
clase política.
Un año de gobierno y la dirigencia no logra entender el fuerte respaldo que tiene el
presidente pese al tremendo e inédito ajuste que ejecutó.
Aunque muchos políticos digan comprender que la sociedad se cansó de una forma de
gobernar que nunca resolvió los problemas, no pueden, no saben o no quieren reformular
esa matriz. Se repiten con ese estilo que la gente no volverá a elegir. Porque también se
hartó de ellos.
Quien no acepte que este presidente atípico es un emergente del cambio sideral que quiere
gran parte de la ciudadanía con respecto a la política, quedará como un representante de
una minoría nostálgica por las viejas formas.
Sin dudas que el líder del partido libertario interpretó el pensamiento masivo al sintetizarlo:
“La casta política”.
Ahora, a un año de gobierno, la pregunta que resta por responder es:
¿Logrará Milei satisfacer las expectativas que generó en ese más de 50 por ciento del
electorado que lo acompañó? Y que lo sigue acompañando.
A un año de gobierno el presidente demostró que no mintió. Dijo que la transformación que
planteaba llevaría tiempo. Que el esfuerzo sería enorme. Que bajaría la inflación. Que
ejecutaría una férrea política fiscal. Que trataría de reestructurar el Estado y la
administración pública. Y que propondría reformas en tenas que sabía generaría resistencia
“en la casta política, sindical, judicial y en la de los empresarios prebendarios”.
Aunque el hecho de que un presidente trate de cumplir con lo que prometió en campaña
sea una rareza en la historia política argentina, no implica que la gestión no sea cuestionada
por no dar las respuestas esperadas.
Y la misma lo será si Milei y su gobierno no logra en poco tiempo más empezar a devolverle
a los argentinos la compensación a tanto esfuerzo, a tanta resistencia, a un
acompañamiento asombroso.
Los argentinos esperan que la macroeconomía comience a repercutir en la micro, en la
cotidianidad, para que el poder adquisitivo recupere volumen, para que el empleo formal
sea un derecho pleno, y para que la justicia social sea una realidad y no un eslogan
doctrinario y demagógico.
Un año de gobierno y Milei sigue siendo un presidente indescifrable para muchos. Como así
confiable para otros. Y condenable para algunos.
Mientras algunos especialistas económicos van renovando sus pronósticos pesimistas,
otros analistas políticos cuestionan desde lo ideológico el rumbo del gobierno.
Y en paralelo Milei responde desarrollando un liderazgo firme, invitando a seguir
gobernando “decididos y prácticos”, mientras mucha gente lo sigue acompañando pese a la
crisis. A sabiendas que todo tiene un límite, como el que la sociedad le puso a muchos
políticos del pasado. A los que ya no les cree. Ni les creerá.