Miguel Russo, un resiliente entre pequeños guerreros

El técnico visitó el hospital Víctor J. Vilela y donó juguetes a los chicos que están en tratamiento oncológico. La felicidad fue plena en esos locos bajitos que están en el proceso de sanación.

No fue solamente una visita al Hospital de Niños Víctor J. Vilela. Representó un testimonio tan emotivo como genuino. La presencia de Miguel Ángel Russo al sector de pediatría oncológica y resto de las salas de internaciòn este viernes a la tarde para hacer entrega de juguetes en la previa del Día de las Infancias significó además una invitación a reflexionar sobre la importancia de la empatía y la solidaridad en la lucha contra diversas patologías infantiles. Por eso, cada risa generada, cada abrazo recibido, fue el fiel reflejo de que estos pequeños triunfos sirven y potencian el ánimo de estos inocentes guerreros para subir las defensas emocionales y hacerle frente al tratamiento con otro semblante en busca de la sanación.

Russo llegó al nosocomio municipal en compañía de su fiel ladero Juvenal Rodríguez. Ni bien entró al recinto encendió un rayo de luz en muchas almas que están internadas afrontando el proceso de recuperación. La calma dominante puertas hacia adentro le dio paso al alboroto de una instante a otro para sorpresa de todos los presentes.

“No me gusta que la gente sufra. Por eso, primero quiero agradecerle a la persona que colabora con esto , que es un amigo y no quiere que diga el nombre. También a toda esta gente que tanto hace y trabaja (por las voluntarias) y el resto del personal médico”, dijo Miguel tras pasar por el sector oncológico.

El reconocido entrenador hizo primero entrega de juguetes a las niñas y niños que se encuentran recibiendo tratamiento oncológico. Cabe destacar que esta no fue la primera vez que extendió su mano solidaria. El anterior registro de su visita data del 20 de diciembre pasado. En aquella calurosa ocasión, Miguelo también compartió un momento inolvidable con los pequeños, mostrando así natural su compromiso con una causa que trasciende el ámbito deportivo y mediático.

“Lo que a veces uno no sabe, es todo lo que pasa acá dentro. Hay que tratar de darle un poquito de alegría. A mí no me gusta la gente que sufre”, enfatizó. “Es darle un poco de felicidad en una edad tan corta de la vida, la cual están luchando, y les deseo lo mejor», acotó con la voz entrecortada y ojos brillosos.

Por eso, hay que resaltar que la presencia de Russo en el Víctor J. Vilela no fue solamente un mero gesto de generosidad. Fue también un acto cargado de simbolismo y empatía. Y no es para menos, ya que el técnico sabe de qué se trata esta lucha porque le tocó enfrentar con hidalguía hace un tiempo atrás.

No cabe dudas de que su experiencia personal también brinda una perspectiva única sobre la resiliencia y la fuerza que requieren quienes luchan contra esta patología, que no distingue edades. Al compartir su historia, Russo logra además amalgamar de una manera profunda y genuina con los niños y sus familias, transformando su visita en un bálsamo emocional, pese a que muchos no pueden dimensionarlo.

El área de oncología cambió por un instante su fisonomía. Médicas, pacientes, enfermeras y demás personal que está involucrado en el área de la salud, protagonizaron durante un buen lapso de un momento maravilloso. De risas, chistes, abrazos, miradas cómplices y sinceras. Fue un momento mágico, antes de pasar y recorrer las demás salas de internación, para todos los que tuvieron la posibilidad de presenciarlo.

Ni hablar para los chicos, que al recibir un juguete no solo desbordaron de sorpresa, también de empatía. La entrega de un presente con motivo del Día de las Infancias no fue además solo un acto de generosidad material. Para este puñado de pequeños soldados representó un gran instante de felicidad. “Los niños necesitan sonrisas, muchas. Sacarle una alegria a un niño es lo más”, confesó con la voz quebrada.

Otro dato a resaltar es que los niños lograron olvidar mientras duró la estad{ia de Russo en el hospital de las adversidades que genera este tratamiento, elevando además sus defensas emocionales a través de la risa y la diversión.

La realidad marcar que hablar sobre la vida de los niños que enfrentan tratamientos oncológicos siempre genera una respuesta empática a simple vista. Pero vivir esa realidad cumple un papel muy diferente. Solo aquellos que estuvieron en el interior de un hospital infantil comprenden a real escala de qué se trata esta lucha constante que enfrentan estos pequeños guerreros y sus familias.

“Me toca hacer esto público, pero me gusta más el anonimato. A este hospital hay que darle cosas, y lo primero es amor y cariño. Esta gente colabora a full (por las voluntarias) y los chicos como familiares lo necesitan también”, relató con firmeza.

Vale aclarar que la visita de Russo al Vilela es un recordatorio poderoso de que, incluso en los momentos más grises, la esperanza, el amor y la solidaridad pueden iluminar el camino. Porque un gesto como este no impacta de manera directa solo en la vida de los chicos, sino que también moviliza a toda la comunidad a ser parte del cambio, a unirse en la lucha contra las diferentes y graves patologías infantiles.

La resiliencia no solo se encuentra en la capacidad de sobreponerse a las adversidades, sino también en la voluntad de brindar amor y apoyo a quienes lo necesitan. Y Russo lo hizo como buen resiliente que es.

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