Malvinas también interpela al 2025

Oscar Blazquez es un ex combatiente de Malvinas. Un héroe. Aunque él no se autopercibe como tal. En la mesa de amigos de los viernes el tema surge, y su narrativa está impregnada de orgullo, pero también de padecimientos. Una herida en pleno combate paradójicamente le salvó la vida. Y hoy la puede contar, como reza la frase hecha.

Su historia se réplica en tantas otras, muchas con finales trágicos en las islas y otras tantas en la postguerra.

En esas conversaciones, cuando se recorren los pormenores de lo vivido por estos jóvenes cuando tenían entre 18 y 20 años, es indispensable recordar que la decisión política fue tomada por una dictadura militar, a la que hoy por ignorancia o convicción algunos reivindican. O soslayan.

Escuchar a determinados oportunistas que se postulan a cargos electivos relativizar las instituciones democráticas como si fueran variables de ajuste económico, no hace más que ratificar el obsceno y peligroso mensaje que militan en contra de un sistema, el mismo que les permite ser candidatos. El mismo que les permite ser votados.

Esta corriente de descrédito hacia la democracia, que atraviesa a varios sectores y se encarama en las frustraciones recurrentes de la sociedad por la mala praxis de sus representantes, lejos de comprender la importancia de la política como herramienta de corrección la usan para desprestigiar el sistema gracias al cual existen.

No se trata de eliminar instituciones, se trata de depurar a la clase dirigente para que represente y resuelva las necesidades de la gente.

No se destruye toda una casa para arreglar una parte de ella. El problema no es el Senado, sino el nivel de los senadores. Porque los argentinos ya sabemos lo que significa que te destruyan la casa. Porque la democracia es nuestro hábitat. Y mientras haya libertad y poder de decisión hasta lo más complejo se puede transformar.

El quid de la cuestión no está en la política sino en aquellos que hicieron  de ella un medio para robar y perdurar. Y en esto mucho tienen que ver los fariseos del pseudo progresismo, quienes con su accionar populista se enriquecieron a costa de más pobreza. Y esto fue el gran impulso para que los sectores más reaccionarios aparezcan en el universo electoral.

En esta degradación de la clase dirigente, tanto por quienes abusaron de la política en beneficio propio como los que irrumpen ahora como la anti política, para mejorar como nación se necesita idoneidad, honestidad y sentido común.

Y memoria. Para recordar todo lo posible. El coraje de los héroes de Malvinas. La Soberanía. Pero también la decisión de una dictadura. La que rompió de manera sofisticada y cruel la casa de la Argentina. La que pudimos reconstruir. Más allá de sus imperfecciones. Las que parecen irreversibles. Pero no lo son mientras dependa de la expresión y decisión popular.

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