Mateo Duhalde creó desde muy chico un estilo propio que le permitió desarrollar su marca indeleble
Mateo Duhalde desde muy chico mostró una gran versatilidad para la búsqueda de nuevas formas recreativas. Esa ductilidad para interpretar los movimientos de los jóvenes le permitió capitalizar a las redes sociales como una herramienta determinante para generar su propio canal de trabajo. Y así, desde los 16 años, desde Teodelina forjó un emprendimiento que no se detuvo. Tanto que hoy, con 27, transita por el mundo recreando con un estilo particular y exitoso.
Mateo accedió a dialogar con EPA para contar su experiencia y a partir de ello aportar una guía para todos aquellos que quieran desarrollar su propio emprendimiento.
¿Cuál es la utilidad de las redes sociales?
Las redes sociales son una herramienta para amplificar ideas, conectar con personas a escala masiva y construir algo que antes era impensado sin intermediarios: una audiencia propia. Bien usadas, son un canal de libertad creativa, impacto y negocio.
¿Cuál fue tu proyecto inicial?
Mi primer proyecto fue crear comunidades de memes y entretenimiento. Tenía 16 años y empecé a construir páginas en redes sociales que se viralizaban. Con eso gané mis primeros ingresos online. Después me di cuenta de que había aprendido algo valioso —hacer crecer audiencias y monetizarlas—, y ahí nació mi marca personal: para enseñar esa oportunidad a otros.
¿Qué debe tener un proyecto para poder vivir de las redes?
Lo ideal es que tenga un propósito claro y genere valor real: que ayude, inspire o transforme. Pero no siempre pasa. Hay proyectos que no ayudan a nadie y aún así generan ingresos. Porque en redes, si sabés captar atención y monetizarla estratégicamente, podés ganar plata aunque el proyecto no tenga “profundidad”. Ahora, si querés algo que dure en el tiempo, te represente y no te vacíe por dentro, entonces sí o sí tiene que tener alma, coherencia y visión.
¿Cuáles son las herramientas necesarias para trabajar en redes?
Un celular con buena cámara, conexión a internet y una mente creativa que se anime a comunicar. Después vienen los extras: edición de video, automatizaciones, plataformas de email marketing, manejo de ads… pero todo empieza por la visión y el mensaje.
¿Se puede desarrollar una tarea en equipo o es preferible hacerlo en forma individual?
Se puede empezar solo, pero para escalar es necesario un equipo. El equipo te permite salir del modo supervivencia y enfocarte en lo que realmente aporta valor. Yo trabajo con gente que me complementa: editores, diseñadores, copywriters, vendedores. Eso me libera tiempo y energía.
¿Cómo lograr credibilidad en redes cuando hay tantos fraudes?
Mostrando con hechos. Hoy cualquiera puede hablar, pero pocos pueden sostener lo que dicen en el tiempo. La credibilidad se construye desde la coherencia, la transparencia y el largo plazo. No hay atajos: hay que demostrar.
¿Tu crecimiento exponencial te impuso nuevos desafíos?
Totalmente. Más exposición trae más presión, más opiniones, más responsabilidad. También me obligó a profesionalizar lo que antes era intuitivo. El crecimiento es hermoso, pero te exige evolucionar como líder, creador y persona.
¿Qué consejo le darías a un emprendedor que quiere incursionar en las redes?
Que empiece ya. Que no espere a tener todo perfecto. Que entienda que el crecimiento es resultado de la acción constante, no de la inspiración. Y que conecte con un “para qué” real, porque si solo lo hace por likes o dinero, se va a quemar rápido.
¿Por qué las empresas utilizan cada vez más las redes para visibilizar sus productos?
Porque ahí está la atención. Las redes son donde la gente vive, consume, se informa y se entretiene. Si una marca no está ahí, básicamente no existe para la mayoría. Además, las redes permiten segmentar, medir y escalar, algo que los medios tradicionales no ofrecen.
¿Los influencers rompieron con la hegemonía de los departamentos de marketing empresarial?
Sí, y todavía no vimos todo. Hoy un influencer puede generar más impacto que una campaña entera. Las marcas lo entendieron: la confianza se construye entre personas, no desde un logo. Por eso los influencers se volvieron canales de comunicación y venta poderosos.
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