LAS FORMAS CAMUFLAN EL PROBLEMA DE LOS CONTENIDOS

El enfrentamiento del presidente Javier Milei con los medios de comunicación en general, y periodistas en particular, concentra la atención en las formas y no en los contenidos. Y paradójicamente, aquellos sectores de la prensa que tienen una mirada crítica hacia el gobierno nacional, abonan la discusión sobre los modos del jefe de Estado.

Milei y sus estrategas comunicacionales justifican los exabruptos al reducir sus expresiones en redes sociales a título personal y no como presidente. Como si se pudiera separar la persona de lo que representa. Lo cierto es que consideran eficaz el método porque es el que le permitió llegar al poder. Claro que ahora además del método de confrontar tiene que gobernar, y ahí es donde el análisis aborda los contenidos.

En este contexto, algunos medios y varios periodistas son funcionales a esa estrategia libertaria. Incluso los más opositores. Que se enredan en la telaraña del mileísmo, dejando las cuestiones de fondo como si fuesen aspectos secundarios.

Claro que la pelea que propone el presidente parte de una premisa: la de tergiversar la realidad por parte de un sector de la prensa. Y allí despliega su fortaleza: los datos. Y capitaliza el complicado momento de la industria periodística, que fue perdiendo credibilidad por los intereses de los negocios de los empresarios, la que en forma proporcional fue deteriorando y reemplazando el profesionalismo de sus contenidos.

Un reciente posteo de Milei en X (ex Twitter) dejó en evidencia un grosero error del gráfico que publicó Clarín, que reflejaba una encuesta sobre la evaluación negativa de la situación económica del país. Los porcentajes sumados sumaban 116 %. Inconcebible.

El presidente Milei aprovechó éste, y otros errores de los grandes medios, para librar una batalla contra Clarín (entre otras), poniendo de relieve el interés hegemónico de estas empresas en negocios vinculados a las telecomunicaciones y a la energía.

Esta pelea tiene antecedentes en los gobiernos de Raúl Alfonsin, Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

Pero en el mientras tanto, el debate sobre las maneras sigue camuflando las cuestiones trascendentes.

La economía real, el empleo, la inversión social, la obra pública, la reforma tributaria, entre tantos temas prioritarios, son usados eventualmente como un recurso de disputa entre el gobierno y este sector de la prensa. La que tiene otras prioridades. La discusión sobre las formas y no en torno a lo importante es aquello que un viejo operador político santafesino defini como chicle: “Entretiene pero no alimenta”.

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