La Seguridad vial y la Salud

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la siniestralidad vial como una endemia social. Cada 24 segundos muere una persona en el mundo a causa de un accidente de tránsito. Conducciones peligrosas, infraestructura inadecuada o inexistente, mal uso de los elementos de seguridad, falta de controles, incumplimiento de las normas de tránsito. ¿Las causas? Muchas. Lo relevante es que gran porcentaje de estas muertes se pueden evitar.
Según datos registrados de personas involucradas en siniestros viales de la provincia Santa Fe del año 2020, el 56% utilizaba el cinturón de seguridad. De estas personas que sí tenían colocado el sistema de seguridad solo el 8,3% presentó heridas de gravedad o falleció. Es decir, que más del 90% presentó heridas leves. ¿Cómo se considera que un herido es leve o grave? Es herido leve aquella persona que necesita atención médica mínima, que ha sufrido lesiones como esguinces, hematomas o heridas superficiales. En cambio, un herido grave es quien requiere hospitalización de al menos 24 horas o atención especializada debido a lesiones más severas, como fracturas, conmoción, shock grave o laceraciones importantes.
Otro dato relevante es que por cada persona fallecida, existen al menos 30 personas que resultaron lesionadas, siendo el grupo etario más perjudicado los jóvenes de 14 a 39 años. (Informe siniestralidad vial – APSV 2020). Estos datos estadísticos, se replican cada año en nuestro país, generando grandes consecuencias en la salud de las personas afectadas, además de pérdida de productividad y daños materiales.
Los siniestros viales son hechos evitables causados en más del 90% por el factor humano. Por conducir sin cinturón de seguridad, por exceder las velocidades máximas permitidas, por utilizar el celular, por haber consumido alcohol o drogas.
En la ciudad de Rosario, de las 10 esquinas más peligrosas, 9 se encuentran semaforizadas. Este dato demuestra el factor humano del que hablamos, ya que si en una esquina semaforizada se producen accidentes de tránsito es evidente que no se respeta la infraestructura dispuesta para ordenar el paso de los vehículos y peatones.
Si analizamos la provincia de Santa Fe, nos encontramos con muchas particularidades que la hacen más compleja en comparación con otras provincias. Entre estas particularidades se incluyen la cantidad de kilómetros de rutas y sus estados, la zona y el movimiento de transporte de cargas por los puertos y los campos productivos, y la ubicación central que conecta sus 365 localidades con el resto del país como nexo laboral y turístico. A nivel local cada territorio tiene sus particularidades que deben ser identificadas y estudiadas, por ejemplo, la traza de una ruta que atraviesa la localidad, la cantidad de escuelas e instituciones intermedias, la vida social y de entretenimiento, la cultura vial, entre otras. No todas las localidades cuentan con inspectores de tránsito para monitorear las acciones de los ciudadanos, y las comunas y municipios que sí los tienen, a veces no cuentan con la capacidad de realizar cientos de controles mensuales.
Es por eso que podemos afirmar que la inseguridad vial es un problema complejo y multicausal, pero ante todo es un problema de Salud; no solo por las muertes sino también por las lesiones y secuelas que genera y que padecen las personas que sufren siniestros.
Los siniestros viales en Argentina representaron en el año 2019 el 1,7% del PBI. Se miden los costos médicos, por pérdida de productividad, humanos, daños a la propiedad y administrativos.
Uno de los factores de riesgo más relevantes en la siniestralidad vial es la presencia de alcohol al volante. Si la población sabe que beber y conducir es una conducta de riesgo, ¿por qué persiste este hábito? Si estudios reflejan que 7 de cada 10 menores que viajan en auto no utilizan el sistema de retención infantil y 7 de cada 10 menores que viajan en moto no utilizan el casco, ¿por qué se traslada a los niños de manera desprotegida en la Argentina?
Es importante que este problema se aborde identificando cada factor en base a la evidencia. Existen métodos para cambiar los comportamientos de las personas, principalmente realizando controles efectivos para mejorar la seguridad vial e informando de manera eficiente los riesgos que este tipo de conductas implican, ya que hay evidencia de ausencia de percepción del riesgo real por gran parte de la población. Ambas estrategias, controles y comunicación, deben ser monitoreadas y evaluadas de manera continua.
La convivencia pacífica y segura en la vía pública se debe trabajar desde múltiples sectores. Las familias y el estado cumplen un rol fundamental. Se exponen nuestras vidas cada vez que salimos a la calle.
Cuidar la vida debe ser el eje principal de cada acción, para lo cual se necesita el trabajo conjunto y mancomunado de la sociedad.
La seguridad vial es una responsabilidad compartida que comienza con pequeñas acciones cotidianas: respetar los límites de velocidad, usar el cinturón de seguridad, ceder el paso y mantenernos atentos al entorno. Cada decisión que tomamos al volante, en la bicicleta o como peatones puede marcar la diferencia entre la vida y la tragedia.
Construir una comunidad más segura está en nuestras manos.
Cuidémonos entre todos, porque en las calles no solo se transita, también se convive.

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