La Puerta estelar del solsticio invierno: un viaje hacia la luz interior

En el umbral del invierno, cuando la noche se extiende y la oscuridad se hace presente, el solsticio de invierno nos invita a reflexionar sobre el ciclo de la vida y la renovación. En este escrito, exploraremos el significado y simbolismos asociados a este evento.

¿Qué es un solsticio?

Para adentrarnos al tema considero oportuno definir qué es un solsticio. El solsticio es un término astronómico relacionado con la posición del Sol en el ecuador, el nombre proviene del latín SOLSTITIUM (sol sistere o sol quieto), da la impresión de que el sol no se mueve en el cielo; esto es debido a la inclinación del eje de la tierra sobre el plano de su órbita En el solsticio de verano del hemisferio Sur el Sol alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Capricornio, y en el solsticio de invierno alcanza el cenit al mediodía sobre el Trópico de Cáncer. Ocurre dos veces por año: el 21 de diciembre y el 21 junio de cada año.

Un poco de historia.

El solsticio de invierno es un momento significativo en muchas tradiciones esotéricas y espirituales.

A lo largo de la historia, en casi todas las civilizaciones, se han festejado y aún festejan los solsticios y no tienen sólo un significado físico sino espiritual. Nombraré algunas, en Cusco y localidades norteñas de nuestro país se celebra el 24 de junio el INTI RAYMI, una gran fiesta del retorno del sol instituida por la nobleza incaica; encontramos a YULE que significa rueda y está  relacionada con la forma circular del sol, es la festividad de origen germano y vikingo que coincide con el solsticio de invierno y tiene como motivo principal el descanso (imitando al Sol), la fertilidad y los banquetes que honraban a los ancestros, los monumentos Newgrange en Irlanda y Stonehenge en Inglaterra fueron construidos en honor a este fenómeno; en Roma – como ya mencionaré – se dedicaban los festejos al Dios JANO, quien presidía los comienzos y las iniciaciones. En los solsticios se definen el tiempo y el espacio, el ritmo de nuestra vida.

Los antiguos astrólogos argumentaban que capricornio es la puerta de los dioses y cáncer es la puerta de los hombres, el tiempo en que los hombres se convierten en dioses. Personalmente lo interpreto como el cambio de conciencia para evolucionar a algo mayor, evolucionar de lo material a lo espiritual.

Nombré a Jano, ¿quién es Jano?

 Jano, en latín Janua, significa puerta. Es el dios de las dos caras simétricamente opuestas, simbólicamente ambas se encuentran en un momento de transición, el fin de un año cósmico y el inicio de uno nuevo; desde un aspecto temporal, la imagen de Jano se interpreta como símbolo del pasado (el perfil de un hombre viejo) y del futuro (el perfil de un hombre joven), profundizando aún más, dado que entre el pasado que ya no es y el futuro que  todavía no es, se encuentra un tercer rostro invisible que mira el eterno presente y corresponde en la tradición hindú al tercer ojo de Shiva. Jano – como Shiva – es el señor del triple tiempo, el presente, que nos recuerda que el poder del ahora es el que nos permite crear y transformar.

¿Qué relación tienen San Juan Bautista y San Juan Evangelista con los solsticios?

Ya adentrados en el tema, profundizaré en el sentido de estas fiestas, interpretando que San Juan Bautista representa el verano, el espíritu en expansión y comunión con todo lo creado mientras San Juan Evangelista representa el invierno, el espíritu en recogimiento buscando su interior. Estas dos fiestas opuestas no hacían sino complementarse mutuamente y suponían una idéntica actitud ambivalente: “lo que había llegado a su límite superior no podía sino descender, lo que se encontraba en el punto más bajo iniciaba una recuperación”.

¿Qué representan los solsticios?

Los solsticios representan el eterno contraste luz-oscuridad, de la vida y la muerte, y el eterno renacer de la creación, donde nada es destruido sino transformado. Representan la armonía cósmica.

Ambos representan la dualidad. El solsticio de verano es alegre; en él triunfa la luz, aunque paradójicamente a partir de allí los días comienzan a ser más cortos y la oscuridad va ganando terreno. El solsticio de invierno coincide con el momento de mayor oscuridad. Entre los días 20 y 23 de junio los días se acortan, podemos proponernos vivir las noches más largas como un tiempo sagrado de recogimiento y tomar conciencia de todo lo que necesitamos reactivar en nuestras vidas, es la oportunidad de sintonizar con el proceso de la naturaleza de muerte y renacimiento, en los ritmos de la naturaleza no existe destrucción sino transformación, la muerte es necesaria para crecer y es una oportunidad de liberarnos de viejas ataduras, de bagajes que traemos, de soltar.

Una manera de lograr esa transformación es a través de la introspección que nos da la meditación.

¿Qué simboliza el fuego en los rituales?

El fuego en los rituales es la representación terrestre del sol- momentáneamente alejado-, promueve la reactivación del astro y de nuestra propia luz interior como un intento de equilibrar la oscuridad de la estación, el viaje solar refleja el proceso universal de un cambio espiritual, la ascensión desde lo material a lo espiritual, un renacer, tomar conciencia que de esta noche oscura renacerá la luz como una llama que arde en nuestro interior, nos recuerda que somos seres de luz y que nuestra verdadera naturaleza es divina.

En los rituales se suelen incluir velas para simbolizar la luz que regresa, quema de Yule (un tronco de madera) en la tradición germánica y vikinga, Fuegos sagrados para purificar y proteger a la comunidad durante el invierno, quema de papel donde se escribe lo que queremos dejar ir, ceremonias de iluminación donde se encienden fogatas para celebrar el regreso de la luz y la vida, y la infaltable meditación para conectarnos con lo divino y pedir guía y sabiduría.

Reflexión final:

No ha habido ningún pueblo que no haya atravesado algún tipo de simbolismo solar en su filosofía, ciencia y teología, el Sol y particularmente sus equinoccios y solsticios, representa la restauración anual de la vida.

La naturaleza vio en los movimientos del Sol y sus efectos en la Tierra la revelación de las leyes esenciales de la vida: un tiempo para sembrar, un tiempo para cosechar, un tiempo para reunir, un tiempo para el sosiego; tiempos donde había más energía, tiempos donde era necesario conservar esta energía, el Sol con sus movimientos matemáticos revelan orden y ritmo.

En el solsticio de invierno, nos encontramos en el umbral de un nuevo ciclo, un momento de renovación y transformación. Que la oscuridad nos permita ver la luz que llevamos dentro, y que la luz nos recuerde la oscuridad que nos hace crecer. En este eterno vaivén, encontramos el equilibrio y la armonía, y nos damos cuenta de que somos parte de un todo mayor, un todo que late con el ritmo del universo. Que el fuego de la transformación nos libere de las cadenas de la ignorancia, y nos eleve hacia la luz de la conciencia.

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