La educación en los tiempos del cólera (o coléricos)

Ahora que muchos estamos disfrutando de 100 años de soledad, la serie de Netflix basada en la inmortal obra literaria del colombiano Gabriel García Márquez, vale la pena recordar otra de sus obras cumbres, “El amor en los tiempos del cólera”. Homenaje y exploración del amor que supera adversidades y perdura.

Educar es otra de las formas de amar, es construir proyectos individuales y colectivos que nos ayudan a capear las tormentas de la vida, —siempre las hay—, y los tiempos coléricos…

Estamos viviendo uno de esos tiempos coléricos, la ira parece adueñarse de la comunicación en todas sus formas. El aula, entonces, vuelve a ser un refugio donde todo puede ser diferente, más amable, más empático e inteligente para poder encarar la tarea educativa.

Lo principal a considerar será, entonces, el hecho de que si no estamos todos en la escuela no habrá proyectos, ni individuales ni colectivos, para la sociedad en convivencia.

El programa “vuelvo a estudiar” fue un gran plan provincial de educación para adultos, valorado y citado en varios países y que, lamentablemente no tuvo la continuidad que se merecía (dejando, de esta forma, a una porción importante de la sociedad afuera de la escuela).

Sin embargo, toda forma de inclusión debe estar acompañada por otras varias que son igual de importantes. Releyendo al autor y educador Ángel Días Barriga menciona algunas

En primer lugar, es indispensable una mayor integración interdisciplinaria de contenidos (esto lo podemos entender como una necesidad de que las materias trabajen en conjunto, logrando contenidos que sean transversales) para una mejor apropiación didáctica del conocimiento (los saberes teóricos, por ejemplo, llevados a la práctica y el saber como un todo y no como partes separadas).

Otro de estos elementos que plantea el autor como esencial es la creación de un ambiente de aprendizaje y convivencia, entendiéndolo como un espacio de saberes situados, es decir, un ambiente en donde los saberes se vinculen con la vida y los intereses de los estudiantes, sin dejar de lado las prácticas sociales.

Es en este punto en el que podemos ingresar el enorme desafío que comienza con la pregunta “¿Cómo educamos en tiempos coléricos?

Para comenzar a responder esa pregunta es indispensable que consultemos a los y las docentes, reforcemos (con esa mirada) a los equipos socioeducativos y a los de ESI de los Ministerios de Educación.

La educación en los tiempos coléricos debe centrarse, no solo en los contenidos, no solo en la transmisión, sino también en crear entornos seguros, pacíficos de formación del pensamiento crítico, sólo así sembramos las semillas para un cambio real y profundo.

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