Fútbol y política, una sociedad que no es anónima

Chiqui Tapia armó su nueva conducción en la AFA fortaleciendo el vínculo con el gobierno de Axel Kicillof.

La sociedad estratégica de la política y el deporte tiene una dilatada historia. Y amplia bibliografía. La utilización de las disciplinas más populares por parte de los gobiernos democráticos y autoritarios es una constante. Como así la construcción de complicidades entre funcionarios y dirigentes. Argentina, lejos de ser una excepción, es una evidencia incontrastable. Tan vigente como impúdica.

En un país futbolero por excelencia, la degradación organizativa de este deporte encuentra hoy su permanencia y proyección en las maniobras de Claudio Tapia. El cuyano adelantó seis meses un proceso electoral para garantizar su continuidad (hasta el 2028) al frente de la AFA.

Claro que para ello cuenta con la estrecha colaboración de la estructura política del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. Ya que el Chiqui tiene en su nuevo comité ejecutivo a directivos de clubes vinculados al poder bonaerense. El que siempre lo sostiene y para el que es funcional.

Entre los compañeros de comité ejecutivo suma al presidente de Gimnasia, Mariano Cowen, quien fue designado al frente del Hipódromo de La Plata por Kicillof.

También a Carlos Montaña,vice de Independiente, que tiene un alto cargo en el área de seguridad bonaerense.

Pero lo más simbólico es la elección de Juan Román Riquelme como vice de la AFA, enemigo acérrimo de Mauricio Macri, y por añadidura también de Javier Milei. Todos hinchas de Boca.

Y en el cambiar para que nada cambie el tándem Tapia-Toviggino mantiene al presidente de Racing, Víctor Blanco, un socio fiel en todo aspecto.

Tapia aprende de la rosca más obscena durante su pertenencia a la familia Moyano, donde su ex suegro Hugo y sus ex cuñados hacen culto de esa argentinidad al palo. Política, sindicalismo y fútbol siempre fueron indispensables para la edificación de un poder económico que prescinde de las formas y de las normas.

La torpeza con la que el gobierno de Milei toma la iniciativa de imponer las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) en los clubes no hizo más que acelerar y fortalecer la continuidad de Tapia al frente de la AFA, que además cuenta con el respaldo de los fallos judiciales.

Chiqui y sus compañeros sacan provecho de la instalación de la polémica de las SAD para asegurar su lista única y correr del escenario la matriz de este fútbol berreta que supieron construir. Matriz que cruje por las sospechas que despiertan los arbitrajes a la carta, como así los favores a ese sector político y sindical con el que asociaron intereses económicos de envergadura.

Tapia se refugia en el poder político del Kirchnerismo, de sus aliados y de los gremialistas históricos.
No es casualidad que los últimos gobiernos y el ciclo de Tapia en la AFA tengan similitudes, ya que ambas han empobrecido a quienes dicen representar.

El Chiqui tiene como opositor a unos directivos que quieren un cambio drástico, entre ellos Juan Sebastián Verón (Estudiantes) y Andrés Fassi (Talleres), pero el presidente de la AFA sabe que quien maneja ese colectivo es Mauricio Macri, por eso para anteponer resistencia el sanjuanino buscó los refuerzos en Kicillof y asociados.

Sin dudas que en la hoguera de vanidades en la que habitan Macri y sus adláteres se queman las chances de un debate serio, como el que propone el empresario futbolístico Ricardo Schlieper cuando fue subsecretario de Deportes de la Nación, pero quien con alrededor de 50 días en el cargo comprueba que la casta es transversal. Y la llegada de Daniel Scioli como secretario del área lo ratifica, por lo que el rosarino busca la salida por la puerta del sentido común y cosecha a su paso el reconocimiento en las redes sociales.

Y es el propio Scioli quien se convierte en un colaborador involuntario de Tapia, porque con cada crítica que le dedica al dirigente afista lo termina fortaleciendo, ya que el descrédito del Pichichi es mayor al del Chiqui. Que no es poco.

En la visita de Tapia a Sargento Cabral, pequeña localidad santafesina donde le pusieron su nombre a una calle, no da entrevistas. “Lo blindaron. Por eso no le contesta a Fassi, ni a Scioli ni a Macri. Que la sigan llorando”, dice un amigo del Chiqui innovando la frase de Maradona.

Pero en el mientras tanto la política y el fútbol siguen asociados en los famosos códigos, esos que hicieron de los funcionarios y directivos una clase dirigente sin valores ni escrúpulos.

Por eso el dilema no es SAD o sociedad civil sin fines de lucro, sino qué país se pretende y qué organización futbolística se necesita. Y en ese debate lo único que ya está definido es que no hay forma de mejorar con estos directivos. Que secarán muy bien la nuca del Chiqui, pero están haciendo pelota al fútbol.

About The Author

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *