Ninguno de los dos candidatos logra seducir a los socios con propuestas claras, viables y con visión a largo plazo
El panorama político en Newell’s se presenta fragmentado. Cuenta además con un escenario que, lejos de ofrecer soluciones concretas, refleja una falta de claridad en los proyectos que cada candidato propone para afrontar la delicada situación deportiva y administrativa. La disputa del club, por ahora, se reduce a dos frentes que parecen más centrados en la confrontación personal y en la gestión de redes sociales que en propuestas sólidas y factibles para revertir la crisis rojinegra.
Las elecciones leprosas serán el 14 de diciembre. En una esquina del ring está Ignacio Boero, actual concejal de Alvear. Nacho se posiciona puertas hacia afuera como la opción del team radical del gobernador santafesino Maximiliano Pullaro.
El empresario cuenta con un respaldo de marketing que busca proyectar una imagen de renovación y compromiso. No obstante, su perfil genera ciertas dudas. Es que no proviene del mundo del fútbol, y su relación con el ambiente leproso es casi inexistente, lo cual puede ser un factor limitante a la hora de conectar con los socios y la historia rojinegra.
A eso hay que sumarle que su vínculo político con Pullaro y su desvinculación de Astore, tras el apoyo que le brindó al doctor en 2021, marcan un perfil de candidato que, si bien tiene respaldo político y empresarial de peces gordos que no se muestran por diferentes motivos, aún no logra transmitir un plan claro para revertir la crisis.
La promesa de dejar su banca en caso de ganar los comicios no alcanza para convencer cuando no se detalla qué acciones concretas tomará para solucionar los problemas del club. La masa societaria espera ver en la previa un plan de acción transparente con nombres propios en la lista definitiva.
Por otro lado, Cristian D’Amico se presenta como un candidato con experiencia. Eso es del marco teórico, claro está. La cercanía con Claudio Tapia, presidente de la AFA, y su confianza en que la elección le será favorable, indican un perfil más pragmático y conectado a la estructura del fútbol argentino.
No obstante, la pregunta que emerge es si ese vínculo con la dirigencia nacional será suficiente para revertir la mala racha deportiva y administrativa que atraviesa Newell’s.
La derrota en 2021 ante un sólido Astore evidenció que, por más contactos y amistades en el fútbol, los resultados en la cancha y en la gestión son los que finalmente definen el apoyo de la masa societaria. En este punto, sufrió un golpe de nocaut.
Lo preocupante en este escenario es que, por ahora, ninguno de los dos candidatos logra seducir a los socios con propuestas claras, viables y con visión a largo plazo. Mientras tanto, ambos tienen casi todos los avales para presentar en tiempo y forma.
Lo saliente de toda esta salsa rojinegra es la falta de propuestas concretas. Esto puede traducirse en una elección marcada por la incertidumbre, en la que los socios buscan respuestas reales y no solamente retóricas.
Tampoco hay que descartar el ingreso de un tercer competidor en cualquier instante, aunque aún sin certezas, refleja la fragmentación del panorama y la necesidad de un liderazgo que logre unificar criterios y ofrecer un proyecto que vaya más allá de las peleas internas y las alianzas pasajeras.
No hay dudas de que el proceso electoral en Newell’s está en una encrucijada. La elección a realizarse en diciembre no solamente definirá quién dirigirá el club en los próximos cuatro años, sino también si la dirigencia logrará ofrecer un horizonte de esperanza en medio de un presente que clama por soluciones urgentes.
Por ahora, la realidad marca que la pelota de ideas y proyectos claros están realmente en el aire y los socios leprosos esperan, con razón, que las propuestas lleguen pronto y con la contundencia necesaria. Porque el panorama es claro. Por ahora, el escenario político es una magra lucha de perfiles y ausencias claras en medio de un presente sombrío.
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