El llamativo y sorpresivo anuncio de Ariel Holan en reemplazo de Matías Lequi generó un mar de dudas en la masa canalla en torno a su contratación como técnico de Central. Sobre todo porque su raíz nació en el hockey, mientras que el pergamino laboral está ligado al uso excesivo de la tecnología en los entrenamientos como drones y por formar cuerpos técnicos muy numerosos. No obstante, desde este lunes 11 asumirá oficialmente un verdadero desafío en su nuevo rol en el club de Arroyito, que atraviesa un momento delicado desde lo futbolístico. Está claro que su trayectoria, cruzada también por conflictos en diversos planteles, plantea además interrogantes que van más allá del deporte.
No es novedad afirmar que el fútbol nacional está inmerso en un constante vaivén de emociones. Y en medio de esta frenética montaña rusa dramática, apareció Ariel Holan como el nuevo entrenador de Central.
Claro que su arribo no solamente genera en la previa expectativas naturales, sino también un cuestionamiento profundo acerca de su perfil y las herramientas que emplea en cada institución que desembarca con su pelotón de colaboradores.
Del hockey al fútbol
La foja de servicio marca que Holan arrancó su carrera profesional en el hockey. Esta experiencia, aunque significativa, parece más un episodio curioso que una base sólida sobre la cual construir éxito en la élite del fútbol, pese a que en Independiente logró un título.
Cabe destacar que su pasaje por el cuerpo técnico de Matías Almeyda en River (durante el ascenso en 2012) le otorgó visibilidad, pero también provocó ciertas dudas. Luego tomó vuelo y pasó por Defensa y Justicia e Independiente, donde terminó enfrentando y chocando contra la complejidad de un vestuario lleno de egos, presiones y expectativas desmedidas.
Es indiscutible el perfeccionismo de Holan, que parece derivar de una experiencia infantil en la que su madre lo obligó a repetir el primer grado por no considerarlo “lo suficientemente maduro”. Esta historia personal presenta además una paradoja: ¿puede trasladar esa misma rigurosidad al comportamiento y la ética de un plantel que atraviesa una crisis de identidad como Central?
Sobre todo porque en Chile (fue campeón con Católica) y en Ecuador arrancó a pura alegría y terminó desbarrancando con el plantel. Incluso, en Barcelona limpió al capitán y referente Kitu Díaz, quien debió dejar el club tras varios años. Pero las esquirlas del vestuario se llevaron puesto a Holan un par de fechas después. De hecho, se fue por la puerta trasera como casi en todos los clubes que dirigió.
Tecnología como ladero
Uno de los aspectos más llamativos de Holan es su inclinación hacia la tecnología, una obsesión que empezó desde sus inicios como entrenador. La creación de un software para analizar a los jugadores era, en su momento, una apuesta revolucionaria; sin embargo, la evolución del fútbol dejó claro que una herramienta por sí sola no puede garantizar resultados.
La modernización del deporte hizo que todos los clubes incursionaran en la tecnología para el análisis de datos. No obstante, en el continente sudamericano, e incluso en Rosario Central, el desafío reside en aplicar estas herramientas de forma efectiva y humana.
El uso de drones para monitorear jugadores puede parecer innovador, pero en contextos donde la respuesta emocional y psicológica de los futbolistas es vital, este enfoque puede resultar frívolo.
Abultado cuerpo técnico
Otro de los puntos que destacan a Holan es que tiene una tendencia particular: rodearse de un numeroso número de colaboradores (alcanzó los 12 en Independiente) y casi misma cifra en el resto de las instituciones donde estuvo trabajando, pese a que generalmente este dato se maneja casi como una cuestión de estado por los dirigentes,
La pregunta que surge es: ¿realmente un cuerpo técnico numeroso implica una gestión más eficaz, o bien se convierte en un caso de exceso que puede generar confusión y falta de cohesión en la toma de decisiones?
Erupción en Central
Desde un punto de vista deportivo, la situación en Central es delicada. La inminente salida de Matías Lequi, quien asumió con un técnico armado por los directivos, evidencia un clima caótico puertas hacia adentro que Holan deberá enfrentar desde un primer momento. La falta de refuerzos de jerarquía complican un panorama que ya de por sí es incierto.
A eso hay que sumarle que parte de los jugadores más experimentados no han respondido en cancha, y la pregunta que queda en el aire es: ¿será Holan la persona indicada para inyectarles la confianza y la chispa necesarias para revertir esta situación?
Habrá quienes consideren que Ariel Holan se presenta ante la masa canalla como un apóstol de la innovación. Pero el contexto queda lejos de ser ideal. Con un perfil que evoca la modernización y la profesionalización del deporte, debe ahora demostrar que esas convicciones se pueden traducir en los resultados deseados.
La mezcla de hockey, tecnología, un cuerpo técnico numeroso y los miedos que nacen tras un año incierto intensifica la incertidumbre en torno a su capacidad para entregar un nuevo amanecer en Arroyito.
Demás está remarcar que la esperanza está servida en el pueblo centralista. Pero el sueño puede volverse una pesadilla con la misma rapidez que una jugada de fútbol puede definirse en un segundo.
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