La Basílica de Santa María la Mayor fue testigo de un cálido y sincero homenaje al argentino más famoso de la historia
Una despedida sencilla, emotiva y llena de significado. Así podría resumirse el funeral del Papa Francisco, oficiado por el cardenal Giovanni Battista Re. El cuerpo del Sumo Pontífice ahora descansa en paz en la basílica de Santa María la Mayor. El Vaticano enterró este sábado 26 de abril al primer pontífice argentino de la historia ante la presencia de más de 200.000 personas. No cabe duda de que su legado trascendió los muros de la Iglesia Católica y se instaló en la memoria global como símbolo de fraternidad, solidaridad y humildad. Su muerte, a los 88 años, conmocionó a millones en todo el mundo, dejando una huella indeleble en la sociedad, la política y la humanidad en general. El planeta lo despidió con sinceras lágrimas.
La muerte de Francisco marcó el fin de una era y el comienzo de un desafío colectivo: mantener vivo su legado en la lucha por la justicia social, la paz, la equidad y la dignidad humana. Será un reto de alto calibre para la iglesia.
Demás está afirmar que la humanidad, en su diversidad y complejidad, necesitará más que nunca de ejemplos de liderazgo ético y compasivo. Es que la comunidad recordará a Francisco no solo como un gran líder espiritual, sino como un noble símbolo de la posibilidad de construir un mundo más humano y solidario. Sin guerras y envuelto en igualdad.
También es para remarcar que su memoria vivirá en cada acto de solidaridad en todo el planeta, en cada esfuerzo por la paz y en cada corazón que se conmueva ante la simple y profunda verdad de que todos somos hermanos.
Cabe destacar que el funeral, oficiado este sábado 26 de abril por el cardenal Giovanni Battista Re, fue un acto de profunda solemnidad y sencillez, en línea con los deseos del propio pontífice. Miles de fieles, muchos de ellos llorando conmovidos en la Plaza de San Pedro, observaron con atención las pantallas que transmitían la ceremonia, que se convirtió en un momento de reflexión colectiva sobre la figura de Francisco, conocido por su cercanía y su incansable lucha por los más vulnerables.
Tras la ceremonia realizada en la Plaza San Pedro, a la que asistió el presidente argentino, Javier Milei, el féretro fue llevado a la basílica preferida por el pontífice en Roma.
El cuerpo del pontífice fue trasladado en un cortejo que recorrió el corazón de Roma, atravesando los muros vaticanos hasta llegar a Santa María la Mayor, donde fue sepultado en una ceremonia que unió a líderes políticos, religiosos y civiles de todo el mundo en medio del dolor y silencio en señal de respeto.
Presencia de líderes, un reflejo del impacto global
Entre los asistentes se destacaron figuras de la política y la diplomacia internacional del calibre de Donald Trump, Emmanuel Macron, Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, quienes compartieron el escenario en un momento cargado de simbolismo y tensiones políticas.
La reunión previa en la Basílica de San Pedro, donde Zelenski y Trump intercambiaron palabras breves, puede graficar como un recordatorio de cómo la religión y la política siguen entrelazadas en la búsqueda de soluciones a los conflictos mundiales. Sólo es cuestión de voluntad.
Pero hay otro dato más. La presencia de mandatarios latinoamericanos como el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el ecuatoriano Daniel Noboa, el dominicano Luis Abinader y la hondureña Xiomara Castro, así como de representantes europeos y de otras regiones, reflejan la dimensión universal del mensaje del Papa Francisco y su influencia en la política global.
Francisco ya no está entre nosotros. Pero siempre será recordado como un líder que siempre abogó por un mundo más justo y solidario. Será recordado como el «Papa de los pobres».
Su compromiso con los refugiados, los marginados y los oprimidos convirtió su figura en un faro de esperanza para millones. Su muerte representa una pérdida no solo para la Iglesia, sino para toda la humanidad que anhela un cambio hacia la fraternidad y la dignidad igualitaria amalgamada con valores universales. Se fue Francisco, el Papa de la gente.
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