El fútbol grande rosarino atravesó un 2024 marcado por la barrera de la pobreza y la desilusión. Central y Newell’s protagonizaron una de las campañas más flojas en su historia reciente, dejando a sus hinchas con más penas que glorias. La falta de resultados positivos y un juego colectivo deficitario, con muchos cambios de entrenadores por medio, se tradujeron en un año sin clasificaciones a competiciones internacionales, a pesar de las múltiples vacantes que existieron. En consecuencia, el 2025 se presenta como un año crucial para los dos clubes más emblemáticos de la ciudad. La chance de un renacer está latente. No obstante, los actores involucrados deberán estar a la altura de las circunstancias en este mercado de pases, donde ambos tienen prohibido fallar nuevamente. El tiempo dirá si logran recuperar su esencia y vuelven a brillar en el firmamento del deporte nacional, o sucumben en el barro de la mediocridad de nuevo.
Arroyito revuelto
Los canallas tuvieron una campaña envuelta en altibajos. No en vano contaron con tres entrenadores (Miguel Russo, Matías Lequi y ahora Ariel Holan). Lo cierto es que no lograron encontrar una fórmula que les permitiera salir de la delgada línea de la mediocridad en toda la campaña.
Con un plantel que promedia mucho más en edad que juventud, Central no solo se quedó sin competencias internacionales, sino que también mostró un rendimiento que dejó a todos con la sensación de que el equipo carecía de una identidad definida. Los resultados esquivos estuvieron a la vista.
La tarea de Holan será recomponer una estructura que está frágil. El entrenador, quien sufrió un coletazo mediático con el goleador histórico Marco Ruben antes de que se bajara el telón del torneo, además tendrá que dar en la tecla en cuanto a las contrataciones en este mercado.
La dirigencia sabe además que no podrá pifiar como sucedió en los mercados del 2024. De lo contrario, el termómetro pasional de la masa podría elevar la temperatura y generar un clima de tensión a corto plazo.
Central cerró la puerta de la temporada en deuda, pero espera y anhela que el 2025 sea totalmente diferente. Sea por necesidad como también por urgencia de volver a ser un equipo que transmita de adentro hacia afuera.
Parque de aburrimiento
Newell’s cambió de timonel en repetidas ocasiones. Por el banco leproso pasaron seis entrenadores: Mauricio Larriera, Adrián Coria, Sebastián Méndez, Ricardo Lunari, Gabriel del Valle Medina y ahora sumó a Mariano Soso. Ante tantas variantes era imposible que algo saliera bien desde lo deportivo e institucional.
Tampoco logró cambiar el rumbo. La falta de un esquema de juego sólido y la inestabilidad en el cuerpo técnico fueron factores determinantes en su constante caída libre en la tabla. Hizo una campaña raquítica en todo aspecto.
De cara al 2025, la presión interna se intensificará. La directiva se enfrenta a un desafío monumental. No solo se trata de revertir la imagen de un 2024 magro, sino también de cumplir con las expectativas de sus hinchas, quienes no dudarán en exigir resultados inmediatos cuando la pelota vuelva a rodar oficialmente.
El margen de error es mínimo. Un mal inicio podría provocar y meter rápido en la mira al flamante técnico Soso. Es verdad además que la Lepra está inmersa en un contexto financiero complicado, ya que deberá demostrar su capacidad de resolución para acertar en la incorporación de refuerzos con los pocos recursos que tendrá a disposición en pos de hacer un buen papel a la hora de jugar.
Está la vista que para el mundo Newell’s, el 2025 tiene un componente adicional de importancia, ya que será un año electoral. El actual presidente, Ignacio Astore, buscará asegurar su gestión por cuatro años más, pese a que por el momento no hay un arco político opositor fuerte que se lo impida a simple vista. ¿Aparecerá un excapitán en escena para ocupar el rol dirigencial?
Lo cierto es que de repetir el flojísimo desempeño del equipo sumado a que no trae nombres de jerarquía, podrían complicar sus aspiraciones y no será extraño entonces que el doctor quede afuera de todo sin anestesia.