Belloso renovó la esperanza y Astore quedó en alerta rojo y futuro negro

El triunfo de Central le prolongó el crédito popular al presidente canalla. La derrota agudizó el estrés institucional del mundo Newell’s.

El clásico arrasó nuevamente desde la faz emocional. También otorgó un giro inesperado en las dinámicas de poder y confianza tanto en Central como en Newell’s. El triunfo canalla le inyectó a Gonzalo Belloso una gran bocanada de aire. El presidente respira ahora más aliviado fruto del 1 a 0 en el Gigante y espera capitalizar el impulso de esta victoria. Mientras que la derrota leprosa dejó expuesto a Ignacio Astore, quien enfrenta un futuro incierto y cada vez más complicado. Su gestión entró en zona de alerta roja y futuro negro. 

El fútbol y la vida amalgaman algunos puntos en común. Las victorias y derrotas en un derby rosarino se traducen en más que simples cifras en una tabla de posiciones: determinan destinos, alimentan sueños y la lucha interminable por la gloria siempre es prioridad.

La resultante actual es contundente. Central festejó un triunfo y aún su comunidad lo sigue celebrando. En la vereda de Newell’s la realidad es otra. Enfrenta un marco que, con el tiempo, podría convertirse en una crisis mayor puertas adentro.

El impacto de este clásico resonó en ambos clubes mucho más allá del 1 a 0 con grito del uruguayo Facundo Mallo. Central obtuvo una valiosa victoria. No obstante, este triunfo estiró además la impresionante racha a 19 partidos sin perder ante la Lepra, una marca que pesa enormemente en la psicología de los rojinegros.

Aunque a la vez hay que destacar que este resultado se transformó en un salvavidas para el presidente Gonzalo Belloso, quien se encontraba en una posición precaria tras la sorpresiva renuncia de su director técnico, Miguel Russo y la flaca campaña del equipo. 

Si su gestión se mantenía ilesa, pese a que sigue enmarcada en un rendimiento deportivo en baja, es porque en el banco estaba Miguelo. Por eso es que este clásico no era uno más para Belloso y compañía.

Sin embargo, con esta resonante victoria, el presidente renovó los votos de confianza en la masa societaria, quienes lo habían puesto en la mira tras una tormentosa serie de decisiones en los dos últimos mercados de pases. Ahora tiene handicap y crédito prolongado, pese a que a la vista jugará ante Fortaleza para ver si sigue alimentando la esperanza en la Copa Sudamericana o cierra su participación internacional. 

Frente de tormenta en el Parque

Nada es color de rosa en el universo de Newell’s. La reciente derrota representó un nuevo golpe a una gestión que ya se encontraba tambaleando. El presidente, Ignacio Astore quedó groggy contra las cuerdas y ahora se enfrenta a un panorama más desolador.

Las tensiones internas siguen en franco aumento. Sea por el pálido rendimiento del equipo como en la relación con su hinchada y algunos miembros de su propia dirigencia. El clásico ante Central no fue solamente un nuevo derby perdido; fue un fiel reflejo del deterioro en una gestión que jamás despegó.

Astore, quien asumió la presidencia con grandes esperanzas, navega a través de aguas turbulentas. Su ciclo tiende a naufragar porque los resultados deportivos continúan siendo magros. 

La presión de los hinchas, entiéndase aquellos que con pasión y fidelidad respaldan al club sin recibir nada a cambio, comenzó a notarse. Cae de maduro que en este paralelo futbolero, una derrota en un clásico siempre trae consecuencias posiblemente devastadoras, y Astore lo sabe.

Por eso no es extraño ver que ahora que la grieta dentro de Newell’s no solo afecta el ámbito deportivo, sino que también plantea interrogantes sobre la viabilidad a largo plazo de Astore en la presidencia. Cuestiones vinculadas a la barra brava, junto con fracturas internas en la comisión directiva, sembraron un ambiente de pura desconfianza y desesperación.

Con esta derrota ante Central, la presión sobre Astore se incrementó. La gestión continúa en un punto crítico donde las decisiones que tome el doctor serán fundamentales para determinar si puede sostenerse en su puesto a corto plazo.

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