Argentinos, es por el centro…

En argentina nos acostumbramos a dar por cierto y bueno todo lo que está preestablecido, lo que planificaron otros hace cientos de años o lo que dicen a diario los generadores de opinión. Analizando el constante fracaso que vivimos como país, ya es tiempo de que nos regalemos la oportunidad de comenzar a replantearnos algunos temas, dejando de lado el fundamentalismo ideológico o político.

Los países más destacados del mundo iniciaron, desde hace algunos años, una etapa que podemos identificar como pos – populismo que está alterando la idea de bienestar que se vivió desde la pos guerra hasta promediar la década de 1970 y que tuvo sus fundamentos en la búsqueda de la liberación de las naciones, el ascenso y liberación social y la búsqueda de la igualdad, pero que a partir de la caída del bloque comunista – (muro de Berlín) en la década de 1990 se instaló la idea de combatirlo, comenzó una etapa en la cual se lo utiliza como insulto, fundamentalmente en contra de aquellos sectores que combaten la globalización neoliberal. A raíz de esto y varias acciones complementarias, (…irrupción de nuevas tecnologías, Conformación de nuevos esquemas geopolíticos, Crecimiento de la población mundial, Modificación de la pirámide poblacional, etc…), emerge la radicalización de posturas ideológicas que se profundizan a diario  y argentina no es la excepción. La histórica figura del “péndulo” que cada determinada cantidad de tiempo nos lleva desde un extremo a otro, se convierte en un testigo univoco de que esta manera de hacer las cosas es muy perjudicial, el resultado al que llegamos hoy en muy malo y de persistir en este esquema los resultados serán cada vez peores, porque siempre quedará un 50% de la población excluido del esquema de  gobierno imperante en cada momento de la historia.

Estoy convencido de que estamos llegando a un punto en el cual tenemos la obligación de explorar un camino diferente, buscando el “centro” de todas las propuestas existentes. Antes de continuar oscilando de extremo a extremo, el camino ideal es el del medio, aquel que se asienta en el respeto, la mesura, el orden, el control, la planificación a largo plazo, la adaptación de la leyes, la modernización de las estructuras de organización estatales y privadas, (Sector público a nivel nacional, provincial y municipal, Empresas, Justicia, Sindicatos, Entidades intermedias, Instituciones…)  y el orden, condición indispensable para enfrentar todos los cambios enunciados, que tendrán impacto directo en el mediano plazo, en la realidad económica, social y cultural del país. 

En la acción política como en la mayoría de las ciencias, el hombre deberá estar en el “centro” de las ideas y su inserción en el mundo y la vida. Debe contar con el apoyo incondicional de las políticas que se implementen desde el estado. Claro está que el poder legislativo deberá modificar su actitud actual, porque en la mayoría de los casos actúa en función de favores políticos partidarios y en el caso puntual de los diputados, a poco de asumir sus bancas desconocen que ellos representan a los ciudadanos y no al cacique político de turno. Deberán comenzar a ejercer su verdadera representatividad, que debería tener a los ciudadanos en el centro de sus ideas y proyectos de Ley. Ahora bien, la referencia a este poder Legislativo parece sesgada, pero resulta inevitable porque deberán ser redactadas y aprobadas todas las leyes que modifiquen el estado actual de la situación. Simultáneamente, este cambio deberá impactar en los demás poderes del estado que tienen injerencia en la justicia, la economía, la formación de ciudadanos y profesionales, la producción, la economía y en todas las áreas de funcionamiento de una estructura moderna centrada en la República. 

Si nos permitimos la oportunidad de explorar este camino del centro, estaremos obligados a enfrentar la realidad del centralismo reinante, esquema que tiene más de 200 años de antigüedad, que es involutivo y que ha generado una realidad de conformación como país que revela una enorme desigualdad entre el centro del poder y el resto de las provincias. 

Evitemos cualquier propuesta separatista o independentista y pensemos en un esquema de Regiones (Italia), Comunidades Autónomas (España), Regiones administrativas (Francia), Estados federados (Alemania), etc… e imaginemos  una reorganización geo política del centro que integren por ejemplo y en principio, las provincias de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, San Luis, Mendoza y San Juan que reúnen 700.000 Km2, casi la superficie de Italia (302.072Km2) y  Francia, juntas, (551,695 Km2. Olas de Alemania (357,592 Km2) y Japón (377,975 Km2), juntas. Dentro de esta geografía del centro habitan 13.000.000 de ciudadanos que trabajan, invierten, producen, ahorran y vuelven a invertir para poder crecer y representan casi el 30% de la población total del país. Lo mismo ocurre con los porcentajes de producción y comercialización que aporta esta región al PBI de Argentina, pero que, al momento de la redistribución de recursos en función de lo que cada provincia aporta, siempre son importes menores a los que correspondería. En definitiva, desde el “centro” deberíamos modificar definitivamente la perjudicial estructura multi impuestos con la que funciona argentina desde hace decenas de años y transformar el concepto a través del cual el estado central se “asocia” compulsivamente con los sectores que producen, investigan, crean riqueza, brindan servicios, comercializan…, a través del cobro centralizado de, tasas y servicios y utilizando una fórmula injusta, anacrónica y retrógrada, devuelve en pequeñas proporciones  bajo el concepto de coparticipación. Claro está que dentro de este marco, el estado en sus diferentes niveles deberá adaptar sus estructuras actuales que en general están sobredimensionadas para la prestación de los servicios que brindan. Debemos aceptar que el estado no es generador de riqueza ni de empleo, pero si es necesario para mantener el funcionamiento de sectores que desde la historia y la propia constitución, son funciones que deben ser ejercidas por él.

Este será un trabajo a mediano plazo, metódico, basado, horizontal, que deberá estructurarse desde abajo hacia arriba y que debería partir desde la concientización de los ciudadanos con respecto a la imagen objetivo que vida quieren para cada uno de ellos y que modelo de país les gustaría alcanzar a largo plazo. A esta altura es indiscutible que la “educación”, tal como se la denomina en términos generales, aún desde el estado, deberá ser modificada integralmente tendiendo a que los fundamentalismos queden sepultados antes de ser contemplados por los distintos programas de formación que afectará la vida futura de los niños y jóvenes a futuro. Esta es una idea inicial. No hay planes, programas, proyectos, políticas ni estrategias. Por esto, estamos todos invitados a pensar que la salida de Argentina es por el “Centro”.

Hasta muy pronto.

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