Ahora que todos estamos mirando la serie adolescencia…

Sin dudas comprendemos que no estamos hablando con nuestros chicos y chicas, y hasta, a veces, sentimos que no los conocemos.

Qué dicen cuando están con sus amigos, qué piensan, qué hacen horas y horas a solas con las pantallas son, muchas veces, un misterio.

Algunas cuestiones para reflexionar:

En primer lugar, el machismo violento nunca es natural. Lo natural es el amor entre seres humanos, pero el machismo es alimentado, hoy también en el espacio virtual, para reforzar el poder patriarcal y violento.

Podemos, también, intervenir en la crianza digital de nuestros adolescentes. Hay muy buenos especialistas en Argentina que han estudiado el tema para prevenir situaciones complicadas y enfermizas.

Si leemos o escuchamos a Lucía Fainboim y Mariana Maggio encontramos las herramientas que nos ayuden a familias y docentes.

Por supuesto, no podemos obviar el hecho de que no se pueden interrumpir las políticas públicas que colaboran con la comprensión y el debate de estos temas.

El machismo, como dijimos, no es algo inherente, sino que se alimenta de estructuras sociales y culturales. La educación en valores como el respeto, la igualdad y el amor debe ser una prioridad en el entorno familiar y escolar. La Educación Sexual Integral (ESI) juega un papel clave en esto, proporcionando herramientas para que los jóvenes comprendan sus emociones, relaciones y la importancia del consentimiento.

Además, es vital que se continúen desarrollando políticas públicas que respalden estas iniciativas, creando espacios de diálogo y reflexión en las comunidades. La colaboración entre familias, docentes y especialistas es esencial para enfrentar los desafíos que plantea la digitalización y el machismo en la actualidad.

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