La canción, del álbum «19 Días y 500 Noches» (1999), fue inspirada en quien él mismo Sabina define como una de las mujeres más importantes de su vida.
Se trata de Cristina Zubillaga, una modelo que conoció en Madrid y con la que estuvo durante aproximadamente 10 años.
Con sus idas y vueltas (Sabina estaba casado con Isabel Oliart, la madre de sus hijas), la relación duró casi una década, hasta los tiempos en los que publicó «19 Días y 500 Noches», disco que es considerado por muchos como el mejor de su carrera.
En Sabina en carne viva, el libro de entrevistas de Javier Menéndez Flores, el propio Joaquín detalló cómo hacía para llevar dos relaciones en paralelo: «Yo desaparecía diez días de casa y no decía adónde iba, aunque Isabel lo sabía muy bien: me iba con Cristina. El caso es que cuando volvía a casa, Isabel nunca tuvo un mal modo ni una mala palabra conmigo».
El músico reconoció que su relación con Cristina Zubillaga fue una de las «pasiones más demoledoras, embriagadoras e incendiarias» de toda su vida.
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